"El actor no logra la magia del títere"

Jokin Oregi (Soraluze, 1970), candidato a mejor autor teatral en euskera en la última edición de los premios Max (por Ezin dut egia esan), colabora por tercera vez con la compañía de títeres Gorakada, que cumple 20 años. Para ella ha escrito y dirigido La ciudad inventada, un cruce de cuentos protagonizado por Anje, un niño que a los 12 años debe ser devuelto al mago que procuró descendencia a sus desesperados padres.

Pregunta. ¿Qué es La ciudad inventada?

Respuesta. Una obra que se creó a raíz de la lectura de diferentes libros y cuentos de transmisión oral de todo el mundo. Se nos ocurrió que el libro era casi la metáfora de una ciudad en la que los diferentes cuentos podían ser como barrios, y de ahí surgió la idea de interrelacionar los cuentos, sus personajes, conflictos e historias. El resultado es un espectáculo con una base tradicional, pero moderno.

P. No es la primera vez que recurre a cuentos.

R. No. Son muy importantes, porque hablan de temas y conflictos universales, que se pueden entender en cualquier parte. Son parte importante de nuestra cultura.

P. ¿Imagina un mundo sin cuentos?

R. Sí. Supongo que nada es imprescindible, pero sería diferente.

P. ¿Y sin títeres?

R. También. Perderíamos parte de la magia que nos ofrece este mundo, la posibilidad de enfrentarnos a la realidad a través del juego, de intentar comprenderla a través del juego, del arte, de crear historias.

P. ¿Sus obras son adaptables a la interpretación por actores de carne y hueso?

R. No. Cuando escribes para usar títeres tienes cosas a favor y en contra. Los títeres transmiten menos emociones, es una cosa hierática que hay que manipular para que transmita emociones. Expresivamente le gana el actor, y, sin embargo, para otras cosas el títere tiene una magia que difícilmente puede lograr el actor.