Si fuera sólo por Navidad...

Un año más, salta el debate sobre el derroche de las luces navideñas. Y no faltan razones.

Pero no es sólo por Navidad. La iluminación meramente decorativa, ornamental o publicitaria, se ha expandido sin control en los últimos años por fachadas, empresas, comercios, hoteles, puentes, detalles arquitectónicos, carteles, reclamos... La luz gastada en eso todas las noches, los 12 meses del año, deja en ridículo a la campaña de Navidad. Son excesos de alumbrado que se admiten sin crítica. Y a la vez nos proponemos luchar contra el cambio climático. Incongruente.

La generación eléctrica consume toneladas de combustible y vierte toneladas de CO2 a la atmósfera. Pero con las tarifas vigentes desde años atrás tenemos la electricidad muy asequible y barata. Así lo fácil es gastar sin contemplaciones. ¿Y si ponemos el precio de la luz acorde con los costes de la energía? ¡Vade retro! ¡No, no hay que subir más que el IPC! Y después pretendemos ir a cumplir el protocolo de Kioto. Una inconsistencia.

El tráfico: ha llegado a una intensidad que merece el nombre de demencial. Soluciones: más autopistas. Grandes planes de infraestructuras. ¿Nos planteamos reducir el número de motores en marcha en nuestro país? ¿No conviene.