'People'

El género people es el petróleo de la televisión. A la gente le interesa la gente: lógico. En esta época de soledades individualistas, la tele es una fábrica de amigos cómodos, de enemigos doblegados y de bufones -freaks- de los que reírse a base de bien. ¿Qué tienen en común Bush, Terelu Campos, Maleni, la ministra de Fomento, y Ronaldinho? Mucho más de lo que parece: son estrellas rutilantes de diversos culebrones, del Tomate al Telediario. Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Mirar a la gente, seguir sus andanzas, penas y glorias, es el gran invento con el que el chicle de los ojos -así definió Joan Brossa a la televisión- ha llevado a la cumbre el género del folletín, dotándolo de alcance político y planetario.

Héroes y villanos, tramas negras desde Annapolis a El diario de Patricia, violencia callejera como la de París y amores imposibles como el de Eva Sannum -resucitada como tema capital el martes en varios programas de Tele 5- son alimentos cotidianos en las pantallas españolas. El modelo es estadounidense: los culebrones ya no distinguen la realidad y la ficción. Crean una cultura que hace de una tontería repetida miles de veces -el "¿Por qué no te callas?" del Rey- un recurso electoral -de Chávez- que despierta demonios imperiales, tan históricos como reales.

El género people consagra símbolos, transmite consignas, fabrica moralina: buenos y malos de referencia. Vive de héroes que triunfan y de víctimas sufrientes que nos estremecen. No importa que ni los héroes ni las víctimas lo sean en realidad, lo que cuenta es que el espectáculo no pare y que lo privado y lo público, la publicidad y lo que no lo es, sean indistinguibles. People y gag van juntos. Remi Gaillard, 32 años, conmueve a Francia con la fórmula del éxito seguro: "C'est en faisant n'importe quoi qu'on deviene n'importe qui". Es la esencia del people televisivo: si no sales no existes. Fascinante época la nuestra.