Un preso medió para resolver el secuestro del penal de Picassent
Heridos leves dos de los tres funcionarios retenidos
Un preso con predicamento entre los internos participó en la madrugada de ayer como negociador, junto a psicólogos, personal sanitario y guardias civiles, en la resolución del secuestro de tres funcionarios por parte de cuatro reclusos en la cárcel de Picassent (Valencia). La intervención del interno conocido como El Pelao, de unos 40 años y que coincidió con el preso apellidado Mesa, el cabecilla del motín, en el módulo más duro del Centro de Internos de Especial Seguimiento (CIES), contribuyó a que dos de los funcionarios retenidos fueran liberados a primera hora de la madrugada.
Los amotinados liberaron al tercer funcionario a las 6.15, cuando la Guardia Civil estaba a punto de entrar y la juez de Instrucción número 2 de Picassent les aseguró el traslado inmediato. A primera hora de ayer, dos de ellos fueron conducidos al penal de Castellón, otro al de Quatre Camins (Barcelona) y el cuarto al de Villena (Alicante).
Según fuentes sindicales, fueron los propios funcionarios quienes propusieron la intervención del preso que participó en la mediación. Instituciones Penitenciarias asegura que fue él mismo quien se postuló. Mercedes Gallizo, directora general, que llegó al centro de Picassent a las pocas horas de estallar la crisis, no lo mencionó al comparecer junto al delegado del Gobierno, Antoni Bernabé.
Negociación e inteligencia
Gallizo afirmó tras el incidente que había sido "un duro proceso de negociación e inteligencia", reconoció el "excelente papel de la Guardia Civil y de los trabajadores de esta prisión", así como la entereza y colaboración de los funcionarios retenidos y del resto de trabajadores. Gallizo añadió que todo se había resuelto satisfactoriamente y sin heridos. Pese a ello, el primero de los funcionarios liberado, de 22 años, fue trasladado al hospital y permaneció en observación hasta la tarde de ayer por contusiones en la cara. Otro de los funcionarios, el segundo liberado, tenía un corte en una mejilla.
Un problema sentimental provocó la crisis. El cabecilla, condenado a 17 años y cinco meses por robo con violencia y lesiones, habló por teléfono con un familiar, pero quería más tiempo. El funcionario le dijo que no. El interno se fue al patio y al regreso, poco después de las seis de la tarde, junto a otros tres reclusos con los que suele pasear, volvió a insistir al funcionario, al que acabaron golpeándolo y dejándolo inconsciente. Cuando recuperó el sentido, estaba maniatado. Los amotinados exhibieron pinchos, se apoderaron del módulo, donde había 28 internos, abrieron las celdas. Así empezó una espera que terminó 12 horas después. Según fuentes penitenciarias, se trata de reclusos indisciplinados y con problemas de convivencia. El que menos condena cumple ha de pasar en prisión dos años y tres meses.
"Creemos que la situación se gestionó muy deficientemente", denunció ayer, a las pocas horas de haberse resuelto la crisis, Guillermo Téllez, portavoz de Acaip, sindicato mayoritario en Picassent, que descargó toda la responsabilidad sobre Gallizo. "Nada fue proporcionado, ni las peticiones de los presos ni el modo en que se desarrolló el episodio", agregó Manuel Sáez, de UGT, quien recordó que los presos reclamaron telefonear y que les suministraran psicotrópicos. Los sindicatos criticaron que llegara de Valdemoro (Madrid) un grupo de la Unidad Especial de la Guardia Civil que no intervino hasta las cuatro.
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