Confiesa que descuartizó a su novia pero que no la mató
Rufino Martínez González admitió ayer ante el tribunal de la sección tercera de la Audiencia de Valencia que descuartizó a Samira Sayegh y tiró el cuerpo al contenedor de la basura. El imputado, para el que el fiscal solicita 23 años de prisión, mantuvo la misma versión que ofreció a la policía desde que fue detenido: Samira, de 24 años, se murió de repente y él se deshizo del cuerpo porque en casa tenía 63 kilos de hachís y no quería que la policía apareciera. La fiscalía mantiene que sí la mató, que le golpeó varias veces la cabeza hasta causarle la muerte.
Samira Sayegh era técnico de laboratorio y estudiaba Nutrición y Dietética en la Universitat de València. Su padre inició una búsqueda por toda la ciudad después de que su hija desapareciera durante dos días. Samira tenía problemas auditivos, usaba un dispositivo que dejó en su apartamento, de la zona de Blasco Ibáñez, el día que desapareció, el 31 de mayo de 2005. La fiscalía considera que la pareja discutió y él la mató.
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