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Imaz reclama el respaldo del PNV a Urkullu y defiende el pactismo

Josu Jon Imaz no quiere pasar por ser la reina madre en el PNV tras renunciar a la reelección. "No hay guardianes de las esencias fuera de los órganos del partido", proclamó ayer ante su sucesor al frente del partido, Íñigo Urkullu, y destacados dirigentes y cargos públicos, en un discurso de cierre de filas interno.

En Sukarrieta (Vizcaya), y a unas decenas de metros de la tumba de Sabino Arana, fundador del PNV, Imaz pidió expresamente lealtad y apoyo al próximo líder peneuvista, que será elegido el fin de semana en la V Asamblea General, y a los miembros de la nueva ejecutiva. "A todos los demás nos corresponde ser leales con ellos, apoyarles, empujarles y estar detrás, incluso cuando tengan que tomar decisiones difíciles y que nos cueste entender".

Imaz es consciente de que el tiempo político que se abre con su renuncia y con la propuesta de consulta del lehendakari Ibarretxe encima de la mesa es de suma dificultad. Pero sin pretender dejar un testamento político con el que la nueva dirección haga frente a este periodo, enumeró varios mimbres con los que construir el futuro: entre ellos el "pactismo", hacer política desde el realismo político y con mayorías sociales amplias, evitando los atajos.

Fórmulas que difuminan

"Desconfiemos, pues, de fórmulas que, bajo la apariencia de sumar votos, sólo sirven para que nuestro proyecto se difumine", advirtió ante los aplausos de los presentes. Entre los que acudieron a escuchar su último discurso estaban el ex lehendakari José Antonio Ardanza, el ex presidente del Parlamento vasco Juan María Atutxa, el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, o el diputado general de Vizcaya, José Luis Bilbao, todos ellos seguidores de su apuesta por la transversalidad y la deslegitimación sin rodeos de la violencia de ETA. "El fundamento de todo derecho es, en primer lugar, la persona, y no las instituciones o la patria", subrayó el líder peneuvista.

En sus 25 minutos de despedida como presidente, Imaz puso el énfasis en las políticas concretas, en ser eficaces -"país y nación se hacen a través de las pequeñas cosas"- y en desterrar cualquier atisbo de corrupción -"podemos meter la pata, pero no la mano"-. Las últimas palabras de elogio las dedicó entre aplausos a Gorka Agirre, a Atutxa y al lehendakari, inmersos todos ellos en diferentes causas penales.

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