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Fracasa la fusión para crear el primer banco luso

Las negociaciones amistosas que estaban en curso entre los bancos portugueses BPI, el más eficaz del país, y el BCP, el primero de los privados, para la fusión de ambas entidades fracasaron ayer, según anunciaron anoche las dos instituciones en dos escuetos comunicados enviados a la Comisión del Mercado de Valores Mobiliarios de Portugal. El BPI tiene como principal accionista a La Caixa, mientras que el Banco Sabadell participa con un 4% en el BCP.

Los consejos de administración, que habían empezado a negociar las condiciones de la fusión el pasado día 6, no llegaron a un acuerdo en las cuestiones esenciales. El valor del intercambio de acciones (BPI proponía 1,8 acciones del BCP por cada título suyo), y los futuros cargos directivos de la nueva entidad están entre los escollos no salvados durante la negociación.

El consejo del BCP se había mostrado fuertemente dividido ante la oferta de su competidor, al que intentó comprar hace apenas un año, mediante una oferta pública de adquisición (OPA) que finalmente no cuajó. El presidente del BPI, Artur Santos Silva, dijo anoche a este diario que "la nueva propuesta que el BPI había puesto sobre la mesa no ha sido aceptada por el BCP", y rechazó hacer comentarios sobre los posibles escenarios que se abren ahora.

Interés de La Caixa

La Caixa, que con el 25% de las acciones del BPI se habría convertido en uno de los accionistas de referencia del nuevo gigante (de haber culminado la fusión, sería el tercer banco de la península Ibérica con 114.800 millones de euros en activos), manifestó públicamente el viernes su "completa implicación" en la operación.

La propuesta de fusión de los dos bancos portugueses había desatado críticas en Portugal por el temor a que la principal entidad financiera del país -la resultante de esa operación- quedase en manos extranjeras. El principal partido de la oposición (el PSD), el Partido Comunista y los sindicatos rechazaron el movimiento planteado por las entidades financieras.

El problema es que La Caixa se habría hecho con el 8,2% de la entidad fusionada, el mayor paquete, lo que presuponía un control de la entidad, salvo que los accionistas portugueses hubieran decidido unirse. Además, la caja había mostrado su interés por elevar ese porcentaje al 20%.

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