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Reportaje:

"Vivo una prejubilación anticipada"

Olazábal, que no agarra un palo desde agosto, lucha con paciencia contra una lesión

Carlos Arribas

Nueve años después, como si fuera víctima de una maldición cíclica, José María Olazábal se vio de nuevo medio paralizado -de la ingle abajo, viejos dolores e inflamaciones recuperando su sitio en su cuerpo-, desempolvando tarjetas de visita de médicos y expertos que creía innecesarias, recibiendo consejos, visitando consultas conocidas y casi olvidadas.

"Sufro una inflamación de las terminaciones que se insertan en los tendones", explica; "me duele el hombro derecho y también la zona lumbar. Empezó por la rodilla izquierda, que producía líquido sinovial. Los médicos saben lo que está mal, pero no saben por qué ha sucedido ni qué lo ha producido. De todas maneras, no es tan grave como lo de entonces, que no podía ni andar".

Los últimos análisis han sido alentadores, y el golfista piensa volver en enero

En agosto, la situación se hizo insoportable. El rebrote de la afección reumática que le tuvo postrado en 1998 se mostró en todo su esplendor. Olazábal dejó la bolsa de palos en un rincón el 8 de agosto y ahí sigue.

"Vivo una prejubilación anticipada", bromea Olazábal, que fue capaz de ganar su segundo Masters, en 1999, después de recuperarse de casi dos años de enfermedad. Los últimos análisis clínicos han sido alentadores para Olazábal, que ya viaja, sale de casa, es capaz de hacer algún swing y piensa volver a entrenarse en enero. Entre el sofá, horas y horas ante la tele y las consultas médicas, se le han ido los días. "Primero me vieron en San Sebastián. Luego, el médico alemán Hans Müller-Wohlfahrt, que me diagnosticó la vez anterior. Ahora me están tratando en la Clínica de Navarra. Todos coinciden en el diagnóstico, pero también en no saber la causa. Puede ser un virus o incluso algo que he comido", dice Olazábal, que, si superó la enfermedad hace años con productos tales como aleta de tiburón, ahora confía en un antiinflamatorio intravenoso de última generación y dosificación espaciada.

"Y no juego nada, nada. No hago ni putts en la alfombra.He descubierto cómo pasar el día en casa haciendo otras cosas, como sacar la basura, hacer de chófer de mi madre, ver cómo gana el Madrid, ver cómo gana el Barça, ver lo bien que juegan al golf mis compañeros... No me he perdido nada por la tele", dice el golfista vasco. "Los palos se me han olvidado. Hombre, claro que los echo en falta, pero no me quiero apresurar. Físicamente, ya me siento mucho mejor y el pronóstico es bueno, pero hay que tener paciencia, ir despacito y con buena letra", añade.

La tentación de los que no lo conocen bien, bien, es pensar que, ya a punto de cumplir los 42 años, lo tendrá complicado para encontrar la motivación y el ánimo para superar las dificultades y regresar a un golf en el que los artistas se ven arrinconados en unos campos diseñados para los grandes pegadores, en el que no le esperan quizás más victorias. Pero no, dicen sus amigos, la gente que le rodea, Sergio Gómez, su mánager; Jon Karla Lizeaga, su preparador físico. "Pero no", repite Olazábal; "echo mucho de menos la competición. Estando así es como me he dado cuenta de que soy una persona que necesita estar en la pelea. Si no para ganar un torneo, por lo menos para estar ahí".

José María Olazábal.
José María Olazábal.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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