La crisis del dólar se agudiza
El billete verde toca el mínimo con el euro por la debilidad de la economía de EE UU y la amenaza de perder su papel como divisa de referencia mundial
El dólar sigue en caída libre, mientras se debate si la moneda estadounidense debe seguir ocupando un papel central en el sistema financiero mundial. Ayer, el billete verde marcó un nuevo mínimo respecto al euro (1,484) por el temor de los inversores por que la crisis crediticia lleve a la economía de EE UU hacia la recesión. La posibilidad de un nuevo recorte de tipos de interés y la idea de que el precio del petróleo se fije respecto a una cesta de divisas, y no en dólares, introducen más tensión. China ha avivado el debate con la idea de que puede trasladar a euros parte de sus divisas.
Hace ahora cinco años el dólar y el euro estaban en pie de igualdad. Pero los abultados desequilibrios fiscal y exterior de EE UU empezaron a hacer mella a la divisa estadounidense frente a la europea. El alza de tipos en EE UU ayudó al billete verde a recuperar el aliento, hasta que la Reserva Federal (Fed) dio señales de que iba a acabar con las subidas de tipos y el Banco Central Europeo (BCE) empezó a encarecer el precio del dinero. El estallido de la crisis crediticia aceleró el desplome este verano.
Los productores de petróleo y China se quejan de la debilidad del dólar
Las empresas exportadoras de EE UU salen beneficiadas
Los analistas de JP Morgan explican que el acercamiento de los tipos de interés entre EE UU y Europa es un factor clave, pero hay otros dos elementos más que contribuyen al actual debilitamiento. Por un lado, hay muchos inversores que con la llegada del final de año dan carpetazo a sus carteras y no quieren arriesgar más. Y por otro, la idea de acabar con el dólar como moneda de referencia para fijar el precio del crudo o para las reservas de divisas.
El gran debate en Wall Street está en establecer el suelo a esta caída. Si la barrera psicológica hace dos semanas estaba en los 1,45 dólares por un euro, ahora está en el entorno de los 1,50 o incluso de los 1,55 dólares. El Tesoro insiste que "un dólar fuerte interesa a la nación" y que su cambio debe fijarlo el mercado. Pero en las últimas semanas se está haciendo un esfuerzo verbal desde Washington por marcar el nivel de tolerancia. "Nuestra economía, como muchas otras, atraviesa por momentos buenos y malos", dijo Henry Paulson ante la conferencia del G20, durante la que aseguró que el dólar recuperará su fuerza.
Es lo que supuestamente querían escuchar sus socios en Europa, Canadá y Japón, que lamentan la espiral en la que está metida el dólar y que fue calificada por el propio presidente del BCE, Jean Claude Trichet, como "brutal". Pero el esfuerzo retórico de Paulson no es suficiente para rebajar las tensiones en el mercado de divisas. La Reserva Federal, entre tanto, no parece mostrarse preocupada por la debilidad de la divisa y su presidente, Ben Bernanke, asegura que el dólar es y seguirá siendo la moneda predominante en el sistema financiero. Las dudas de Bernanke están más bien del lado de la inflación, porque una moneda débil encarece las importaciones y puede trastocarle su estrategia monetaria.
La Fed, en cualquier caso, no es competente en materia de divisas y sólo puede lanzarse a la compra de dólares en el mercado internacional de divisas si se lo pide el Tesoro. Así que toda la atención está en ver cómo reaccionará el departamento de Paulson. Una intervención en apoyo del dólar se ve poco probable, aunque no imposible, según Goldman Sachs. Esto sería contradictorio con lo que está pidiendo la Casa Blanca a los gobiernos asiáticos, especialmente el chino, para que rompan con la rigidez que atan sus monedas con el dólar. Pero como explican desde MKM, ningún país que aspira a ser una potencia apoya su economía sobre una moneda débil. Por eso creen que el Tesoro deberá saltar a escena para decir "hasta aquí hemos llegado".
El problema, según los analistas, es que la Casa Blanca no tiene una política clara respecto a su divisa. Para complicar más las cosas, la debilidad del dólar ayuda a las empresas estadounidenses a sacar tajada del crecimiento fuera de EE UU y colocar más productos a un precio más atractivo, en especial en países emergentes con fuerte demanda. Y la ligazón del yuan chino al dólar evita que los productos que llegan del gigante asiático se encarezcan. Esta ecuación irrita al presidente francés, Nicolas Sarkozy, que hace dos semanas pidió al Congreso de EE UU que apoye a su moneda si quiere evitar una guerra comercial.
Los analistas de JP Morgan creen que todo este debate muestra que los miedos están pesando en exceso sobre el dólar, y aseguran que es cuestión de tiempo ver una corrección en el mercado de divisas a favor del billete verde. La gran pregunta es cuánto tiempo.
Vender es más fácil
La última vez que EE UU intervino en el mercado de divisas fue el 22 de septiembre de 2000. Pero aquella vez no fue para apoyar el valor de su moneda, sino para vender dólares ante un euro que parecía no tocar fondo en los meses sucesivos a su nacimiento como la moneda única europea. Y es que como señalan los expertos en materia de divisas, siempre es más fácil actuar para rebajar el valor de tu moneda cuanto está fuerte que al revés. Es más, señalan que la Casa Blanca tiene poco poder ante el mercado y por eso repite el mismo mensaje desde hace 13 años.
El motivo es simple: una devaluación de la moneda suele asociarse con una rebaja en los tipos de interés, mientras que la revaluación requiere de un encarecimiento en el precio del dinero. Y ahora la Reserva Federal se debate en si bajar de nuevo los tipos o mantenerlos. La subida, a la vista de las condiciones en el mercado de crédito, está descartada. Entre tanto, el Departamento del Tesoro debe ser lo suficientemente cuidadoso en lo que dice para que los bancos centrales extranjeros e inversores no lo utilicen como excusa para diversificar sus reservas y acelerar su depreciación.
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