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Tribuna:COYUNTURA NACIONAL
Tribuna
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La inflación se nos va

La publicación de los datos completos del IPC confirmó el subidón de la inflación en octubre (del 2,7% al 3,6%) que ya había adelantado el INE en el flash de finales de dicho mes (gráficos izquierdo y central). Como comentamos entonces, este aumento superó en varias décimas el que habíamos previsto la mayoría de los analistas a la vista de la evolución de los precios del petróleo y de las declaraciones de distintos portavoces de la industria alimenticia, indicando la necesidad de repercutir el encarecimiento de las materias primas que se utilizan en la elaboración o producción de los alimentos. Pero la sorpresa ha sido que la subida de los precios de la energía (1% mensual) ha sido inferior a la que cabría esperar del comportamiento reciente del petróleo, y que el desbordamiento ha venido por parte de los alimentos elaborados (2,3% mensual, el mayor aumento en un mes de octubre desde que se empezó a elaborar el índice de este grupo del IPC en 1976), al que se han sumado también las carnes, huevos y otros alimentos frescos.

El diferencial de precios de los alimentos entre España y la eurozona se ha disparado

Por supuesto, la subida de las materias primas agrícolas ha sido intensa en los últimos meses y, al igual que sucede con la del petróleo, tarde o temprano los mayores costes han de repercutirse en mayor o menor grado en los precios finales. Pero sorprenden algunas cosas en este proceso. En primer lugar, que las subidas de precios se hayan producido de forma tan generalizada, anunciada y concentrada en el tiempo. En segundo lugar, que, mientras todos los países están soportando el encarecimiento de las materias primas más o menos por igual, el impacto en los precios finales está siendo mayor en España. En el gráfico derecho puede verse cómo el diferencial de inflación de los alimentos entre España y el área del euro ha pasado de 0,7 puntos porcentuales (pp) en agosto a 1,7 pp en octubre. Todo ello hace pensar en la existencia de posibles prácticas colusorias de la competencia en nuestro país y/o en estructuras productivas y comerciales menos competitivas y eficientes. La política de restricciones comerciales también tiene algo que ver en todo esto. La buena noticia es que la renovada Comisión Nacional de la Competencia parece que ha empezado a actuar. Sólo hace falta que a este organismo se le dote de suficientes medios y se le deje actuar libremente, y pronto podríamos ver resultados en un ámbito que es esencial para el buen funcionamiento de los mercados.

La fuerte subida de la inflación, que aún podría ir más arriba en los dos próximos meses hasta cerrar el año en torno al 4% (gráfico izquierdo), no podía haberse producido en peor momento, pues las tasas de noviembre y diciembre se utilizan para compensar a los pensionistas y gran parte de los asalariados de las desviaciones de la inflación respecto a la cifra que se toma como referencia en las subidas iniciales de las pensiones y salarios, que suele ser el 2%. Los mecanismos de salvaguarda harán que los pensionistas y asalariados ganen poder adquisitivo, lo que está muy bien para sus intereses particulares, pero no es bueno para los intereses generales de la economía española, pues provocará aumentos de los costes laborales en 2008 superiores a los de nuestros competidores, lo cual es lo peor que puede suceder en una coyuntura de tipos de interés más altos y de desaceleración del crecimiento como la que se prevé para 2008. Por ello, la sempiterna apelación a la responsabilidad de los negociadores sociales pocas veces ha estado tan justificada como ahora.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).

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