Cuando el tacón pierde su casta función
Los zapatos vertiginosos y el fetichismo, prendas de la temporada
Añadir altura, estilizar la pierna, marcar el empeine, espigar la figura, facilitar el contoneo de las caderas al andar y, en muy segundo plano, cubrir el pie. Ésas son las funciones básicas y necesariamente procaces que debe cumplir todo zapato de tacón, una de las armas de seducción femenina más poderosas.
Son la prenda que mejor satisface la pulsión erótica y, según el Herald Tribune, los absolutos protagonistas esta temporada. Los que arrebatarán a los bolsos todo el protagonismo que hasta ahora habían acaparado. Basta echar una ojeada a los desfiles para ver que las modelos llevan tacones más que impactantes, auténticas obras de ingeniería unos, y virguerías fruto de la poca conmiseración para con el sexo femenino que tienen algunos diseñadores, otros. Mientras Nicholas Guesquiere propone para Balenciaga sandalias de aire futurista, Stefano Pilati (Yves Saint Laurent) impone un perpetuo andar de puntillas y más difícil todavía, hacerlo con unos stilletos que dejan la parte central de la planta del pie al aire, sin el apoyo de suela alguna.
Por si fuera poco, esto coincide con la manifestación de un fenómeno más propio de la ropa interior, que se divide entre la destinada a ser llevada debajo de la exterior y la diseñada para hacerlo prescindiendo de ésta (ligueros, corsés, bragas con aberturas estratégicamente colocadas, sujetadores de balconcillo, que sólo cubren hasta debajo del pezón, etcétera). Bien, en el calzado, crece la oferta de zapatos de tacón para llevar exclusivamente entre las sábanas.
Pero no piensen en las plataformas de metacrilato de dudoso gusto que llevan las protagonistas de lo clasificado X, porque han sido dos firmas sinónimo de sofisticación las que se han lanzado a explorar el terreno en el que tacón pierde toda casta función. La primera, Christian Louboutin, lo ha hecho con fines artísticos, mediante una asociación con la turbia mente de David Lynch. Juntos han ideado una pícara exposición de fotografía que suma tacones vertiginosos y fetichismo.
La otra marca es Agent Provocateur. Fundada por el hijo de la diseñadora inglesa Vivienne Westwood y especializada en lencería picante, ha sabido ver el provecho comercial que podía sacar de ampliar su oferta de volantes y transparencias y acaba de lanzar una línea de zapatos que completa su ropa de cama. Se llama Pure Sex y lleva el subtítulo de zapatos lo suficientemente buenos como para ser chupados. Ocho modelos diferentes en color rojo o negro, acabado mate o con el lúbrico acharolado y con nombres como Linda, Jennie o Misty, que parecen seudónimos de actrices del género porno. "Feroces y un poco soeces, pero objetos de deseo. La culminación perfecta al recorrido que la mirada empieza en el sujetador y acaba en las medias", explica Jacqui Soliman, de la marca.
Calzado de alcoba
La fiebre por los zapatos de alcoba ha llegado hasta las galerías. Eso sí, con la excusa del fetichismo de aspiraciones artísticas. La mítica marca de zapatos Christian Louboutin se alió el mes pasado con el director de cine David Lynch para presentar en la Galerie du Passage, en París, una muestra titulada Fetish. En ella se exhibió una serie de fotografías tomadas por Lynch en las que dos pálidas modelos posaban calzando imposibles tacones de 22 centímetros ideados para la ocasión por Louboutin.
El resultado son escenas tensas y cargadas de sexualidad que bien podrían haber salido de Terciopelo azul, Inland Empire u otra turbia película dirigida por el cineasta. "Mucha gente sólo ve en los zapatos un accesorio para caminar, pero igual que hay zapatos para correr o para nadar, los hay para practicar sexo. Si hay alguna prenda fetichista en el vestir, ésa es el zapato de mujer. Tiene el allure de un tótem sagrado. Es un objeto sagrado al que rodea todo un ritual", explicaba el director estadounidense en un comunicado de prensa.
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