_
_
_
_
LA CALLE | Restaurantes
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Inopia

El Inopia se abre a la ciudad o la ciudad se encierra en el Inopia. Pocos locales como éste tienen la potestad de engullir a los transeúntes de la calle y convertirlos en parte de un fresco compuesto de tapas y buenos vinos. Esa proximidad del Inopia al ciudadano forma parte de la idea embrionaria de un local nacido de las mentes en conjunción de Albert Adrià y Joan Martínez. El resultado se podría resumir en ese lacón de paletilla ibérica que sirven con pimentón y que tiene el tacto y el sabor del mismísimo lardo de Colonnata.

Esta delicadeza extraída de un cerdo extremeño es una tapa más de la extensa oferta de un bar de tapas que hace del producto un icono y de su elaboración un arte rescatado con el portentoso hocico de un arqueólogo y ofrecido al comensal con el ansia de un rastreador del polvo de supernovas.

Las paredes están llenas de pequeños universos de pizarra donde están escritas las ofertas del día, las de la carta y alguna nueva adquisición fruto del buen hacer del Txema Martínez, cocinero de 24 años con más vidas que un gato callejero. Atún en mojo picón, bombas de la Barceloneta elaboradas con lomo de cerdo de dos colores, bravas que llaman a la puerta del olimpo ocupado por el Tomás, anchoas de San Filipo del mejor Cantábrico, brochetas de cordero con comino, cilantro, cúrcuma, pimentón y toques de ají, hoy también tenían esqueixada de bacalao, y es que ese bacalao, que se deshace en la boca con sólo posarse sobre la lengua, se merece un réquiem como el que le han ofrecido los hombres y las mujeres del Inopia.

En la pared cuelga una camiseta del Barça firmada por Ronaldinho. Seguramente, recuperar al mejor gaucho pasa por secuestrarle del gimnasio y traerle más a menudo al bar de la calle de Tamarit. Goles son amores, cantaba Manolo Escobar. En el Inopia, tapas son amores.

- Lo más: su gamba frita es un primor, que permite ser masticada sin arrancarle la piel.

- Lo menos: si existe algún pero es el horario de un local que merecería estar abierto las 25 horas del día.

- Dirección: Inopia. Calle de Tamarit, 104 . Teléfono: 93 424 52 31

danielvazquezsalles@hotmail.com

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_