Delbert Mann, director de cine y televisión
Ganador de un 'oscar' por la realización de 'Marty', dirigió más de 100 dramas televisivos
Ha muerto Delbert Mann, uno de los más reputados artesanos del cine hollywoodiense de los años cincuenta y sesenta, e incansable director de producciones televisivas durante más de cuatro décadas.
El cineasta, recordado por los buenos aficionados como el director de filmes memorables de la valía de Marty y Mesas separadas, falleció el pasado domingo en Los Ángeles, a los 87 años, a causa de una neumonía. Mann cultivó géneros diversos a lo largo de su amplia carrera en cine y televisión y se erigió como uno de los profesionales más eficientes a la hora de trasladar las técnicas de rodaje televisivas al trabajo cinematográfico.
Delbert Mann nació en Lawrence (Kansas), el 30 de junio de 1920. Creció en Nashville y se licenció en Ciencias Políticas en la Universidad de Vanderbilt en 1941, aunque siempre manifestó su interés por el mundo del espectáculo. Durante la II Guerra Mundial sirvió en las Fuerzas Aéreas y, al terminar la contienda, se matriculó en arte dramático en la escuela de Yale. Con sólo 29 años ya era director del teatro Town en Columbia y pronto se trasladaría a Nueva York para orientar su vida por completo hacia el mundo de la dirección.
El productor Fred Coe se erigió en su mentor y Mann pasó a trabajar en la cadena televisiva NBC; allí se curtiría como director de programas dramáticos, la mayoría de ellos emitidos en directo, entre los que se contarían decenas de entregas de la producción The Philco Television Playhouse. Sólo entre 1949 y 1955, Mann realizaría más de 100 dramas televisivos: se trataba de una época en la que la televisión norteamericana era un hervidero creativo en el que bullía el talento de posteriores cineastas que quedarían etiquetados como "la generación de la televisión", y entre los que se contaban nombres de la talla de John Frankenheimer, Arthur Penn, Robert Mulligan y Sidney Lumet.
Aunque jamás abandonaría su labor televisiva, Delbert Mann saltó pronto al mundo del cine. En 1953 había dirigido para la NBC un guión del gran Paddy Chayefsky titulado Marty, centrado en la figura de un apocado carnicero del Bronx enamorado de una joven de su barrio. Dos años más tarde sería el encargado de dirigir el relato para la gran pantalla. Se trataba de una producción independiente, distribuida por United Artists, que quería desmarcarse del grueso de las películas hollywoodienses para elaborar un filme realista, apegado a las calles y centrado en los avatares de la gente corriente. Marty triunfó en la entrega de los Oscar, obteniendo las estatuillas correspondientes a la mejor película, director, guión y actor principal.
Lejos de deslumbrarse por los fastos de la Academia, Mann retornó a la televisión y no volvió a filmar una película hasta 1957, el drama La noche de los maridos, y aun entonces se apoyó en un material por él conocido: otro guión de Chayefsky que ya había realizado para un dramático televisivo en directo.
La categoría como cineasta de Delbert Mann creció en los años posteriores, en los que encadenó Deseo bajo los olmos (1958), una excelente adaptación de Eugene O'Neill con Sofía Loren y Anthony Perkins, la inolvidable Mesas separadas (1958), en la que reunió un reparto apabullante que contaba con Deborah Kerr, Burt Lancaster, Rita Hayworth y David Niven, y la notable En mitad de la noche (1959), otro guión de Paddy Chayefsky. En los años sesenta, Mann se dedicó casi por completo al cine, aunque nunca llegase a despuntar como una estrella (incluso hoy, las enciclopedias cinematográficas no son pródigas en realzar sus logros), pero entregando estupendos filmes como las comedias Pijama para dos (1961), con Rock Hudson y Doris Day, y Suave como visón (1962), capitaneada por Cary Grant, el drama bélico Nido de águilas (1963), de nuevo con Rock Hudson, y la intriga La mujer sin rostro (1965).
A partir de 1968, Delbert Mann regresaría a la televisión, medio que siempre consideró su auténtico hogar y en el que aseguraba haber encontrado siempre la mayor libertad creativa. Su labor arrojaría un buen número de prestigiosas producciones, como David Copperfield y Sin novedad en el frente. Trabajador infatigable, Mann fue entre 1967 y 1971 presidente del Sindicato de Directores de Hollywood, manteniéndose activo nada menos que hasta el año 1994.
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