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Columna
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Puertas de Madrid

¿Quién inventó la puerta? ¿Y las bisagras y los goznes? Estos días, al oír tanto hablar de las puertas de Cristina Iglesias para la ampliación del Museo del Prado, me ha picado la curiosidad por saber estas cosas, y me he dado cuenta de que falta una Historia de la Puerta completa que nos cuente cuándo empezó la gente a encerrarse en habitaciones de 10 metros cuadrados. Nos angustia que nos encierren; sin embargo, siempre estamos buscando la manera de encerrarnos, de escapar de los demás. Primero fue con el invento de la puerta, luego con los cascos (una manera de poner puertas en los oídos) y después con los juegos del móvil (una manera de poner puertas en los ojos). Vemos por la calle a algunos tan encerrados en sí mismos que da apuro preguntarles la hora, da la sensación de estar allanando su morada, y cuando se quitan un auricular es como si entreabriesen una puerta.

No hay nada que atraiga más ni suscite más misterio que una puerta cerrada

Es de suponer que todo empezaría por necesidad en las cuevas donde el hombre primitivo taparía la entrada con ramas y pieles, y a partir de ahí se dispararían las ganas de aislarse de los demás, pero sobre todo de crear mundos abiertos a unos y cerrados a otros, accesibles sólo si se posee la llave o la clave.

No hay nada que atraiga más ni suscite más misterio que una puerta cerrada, como la habitación llena de frío refinamiento de Rebeca; la de Barba Azul, llena de sangre; o la serie de terror de Narciso Ibáñez Serrador Tras la puerta cerrada, que a los niños de los sesenta nos ponía los pelos de punta. Para lugares impresionantes como las catedrales, los castillos o los museos, puertas impresionantes como la Puerta del Infierno que Auguste Rodin construyó para el Museo de Artes Decorativas de París inspirándose en Dante y en la que trabajó tanto que muchos de los bocetos que hizo dieron lugar a obras independientes como El Pensador o El beso.

Sólo con esto nos podemos hacer una idea de que son puertas sobre las que hay que pensar y reflexionar, puertas para intelectuales, como si dijésemos. Las puertas de Cristina Iglesias (no sé si tienen nombre) apelan más a aquellos ramajes con que nuestros antepasados protegerían las cuevas en cuyas paredes pintaban caballos y bisontes. Esos ramajes les darían impresión de seguridad, pero al mismo tiempo por ellos entraría algo de luz, de aire, seguiría entrando algo de fuera. Estas nuevas puertas del Museo del Prado fundidas para durar más o menos 3.000 años parecen hechas para sentir más que para pensar. Dan sensación de bosque y de vida salvaje, de humedad. Parece que en lugar de estar hechas para acceder a un museo, al sofisticado mundo del arte, son las pesadas puertas por las que se sale o se escapa de la vida cotidiana y primitiva.

Aunque para sofisticación, los portales de Internet. Hemos saltado de los portales en cuya penumbra las parejas se daban el último beso, a los portales que no se ven ni se tocan, portales abstractos y puertas hacia otras dimensiones que no se sabe dónde están ni cómo son, puertas al pasado y al futuro y a lugares lejanos, que solemos imaginar como los remolinos de energía que engullen a los personajes de Stargate. Pero puestos a imaginar, qué me dicen de la Puerta de Alcalá o de la Puerta de Toledo, ahí, en medio del tráfico y fuera de su tiempo, sin ninguna función, sin saber ya qué mundo había delante ni cuál detrás. Piezas sueltas y solitarias de nuestro viaje en el tiempo. Siempre he tenido la sensación de que al pasar por debajo iba a ocurrir algo fuera de lo normal. Por no hablar de la mismísima Puerta del Sol, cuya invisible puerta es la más virtual de todas.

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Y ya que rozamos la ciencia-ficción, recordemos la ingeniosa novela de 1957 Puerta al verano, de Robert A. Heinlein, sobre el "sueño frío" (criogenización) y posterior viaje al pasado de su protagonista, que dice algo que tal vez nos ayude a superar con optimismo este domingo: "El futuro es mejor que el pasado. A pesar de los lloraduelos, los románticos y los antiintelectuales, el mundo se hace cada vez mejor porque la mente humana lo mejora. Con manos... con herramientas... con intuición, ciencia e ingeniería".

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