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Reportaje:ESCAPADAS

Lord Byron llegó en burro

Carratraca, en la sierra malagueña, recupera su viejo balneario

Escribo desde una terraza andaluza donde el sol se transforma en viento y el viento es dulce. Excavada en la roca de una montaña, la terraza sobrevuela un pueblo de cal. Bajo el pueblo se expande la fértil comarca de Guadalteba y Guadalhorce, con sus abruptas sierras y sus múltiples pantanos. Si abro los ojos, embriagan la luz y el abismo. Si los cierro, se superponen soplos de historia.

Cuando llegué hace diez años al pueblo de Carratraca (Málaga)sólo existía un pequeño hostal. El Hostal del Príncipe era un lugar decadente donde una maravillosa escalera decimonónica, pinturas de médicos ilustres y un patio atiborrado de pitas y claveles contrastaban con la dejadez de las habitaciones inmensas, los colchones viejos y la única bañera poblada de ficus. Los huéspedes, en su mayoría locales, preferían evitar el agua dulce y sumergirse en las sulfurosas del balneario anejo.

Era una atmósfera que recupera con elegancia la poeta malagueña María Victoria Atencia en su poema Casa de Baños: "Ocho columnas cercan / la majestad del baño, mientras corroe el óxido / el metal de los grifos, deja su mancha roja / sobre la porcelana o se aquieta en el mármol / de una tina sarcófago a ras de las baldosas". Los signos remitían a un esplendor perdido, pero pocos lugareños hablaban de sus antiguos pobladores. "Hasta aquí llegó Lord Byron montado en burro", comentó la persona que regentaba el hostal. Pero ¿qué buscaría aquí Byron? ¿Qué encontraría en este municipio serrano de apenas cinco calles silenciosas...?

"Se juega sin freno y, aun cuando era muy temprano, las cartas y las onzas de oro andaban ya de mano en mano". Así ilustra Teófilo Gautier en su Viaje por España la vida que se estilaba en Carratraca a mediados del siglo XIX. Renombrada como el pequeño Baden Baden, fue parada obligada en los viajes de monarcas, pintores y escritores románticos. Impacta pensar que Alejandro Dumas, Juan Valera o Rilke olvidaran manuscritos en su antiguo balneario, que la emperatriz Eugenia de Montijo contara con un baño propio, que Romero de Torres y Muñoz Degrain pudieran recrear a colores sus preciosas termas romanas. Pues entre las aclamadas aguas sulfuradas, cálcicas y magnésicas de Carratraca (del árabe carr-altrak, limpieza de impurezas) no sólo se sanaban la piel y los nervios, sino que se amaba, se creaba y se apostaba sin fin.

"Hubo ficción e historia, joyas y orgías", asegura la doctora Mercedes Talavera, al frente del equipo de terapeutas profesionales en el recién reinaugurado balneario Villa Padierna Thermas de Carratraca. Financiado por RyB capital y la multinacional Ritz-Carlton, este insólito edificio neoclásico, en la calle de Baños, reabre sus puertas para ofrecer al visitante el placer de revivir la historia al sumergirse en sus acogedoras termas de piedra. Es muy recomendable apuntarse al tratamiento estrella del balneario, el circuito termal de medio día de duración que incluye un masaje de espalda, ducha jet, una cura en bebida con agua mineromedicinal, degustación de frutas, zumos e infusiones junto al baño turco y el uso de las piscinas exteriores e interiores. Resulta imprescindible visitar sus maravillosas terrazas y divisar desde allí las demás riquezas de Carratraca.

El pueblo mantiene varias casas señoriales construidas por arquitectos del siglo XIX. Además del antiguo Hostal del Príncipe, que mandó erigir el rey Fernando VII para su uso (que aloja el hotel del balneario), destaca el Palacio de Trinidad Grund, una curiosidad de inspiración árabe, sede del Ayuntamiento. No menos interesante es la peculiar plaza de toros, de 1878, excavada en la roca de sierra Blanquilla a modo de anfiteatro romano. Su extraordinaria acústica permite celebrar cada año, en septiembre, los conciertos del Festival Embrujo de la Luna Mora, el particular homenaje de Carratraca al legado cultural andalusí y la convivencia entre las culturas sefardí, musulmana y cristiana. Cada atardecer, Carratraca ofrece su ceremonia a la tolerancia con el encendido de 25.000 velas por las calles.

La ciudad rebelde de Bobastro

La nostalgia de Al Ándalus se apodera de la comarca de Guadalteba y Guadalhorce. El viajero entregado a la maurofilia puede seguir las huellas de Omar ibn Hafsún y visitar los restos de la ciudad rebelde de Bobastro, en la sierra de El Chorro. Desde este enclave agreste, el nieto de muladíes encabezó en el siglo X un enfrentamiento con el emirato cordobés de los Omeya e intentó sentar las bases de un Estado alternativo. A la revuelta hafsuní se unieron muladíes y mozárabes, de modo que los valiosos vestigios arqueológicos denotan el carácter mixto de este núcleo de resistencia con una sorprendente iglesia mozárabe modelada en la roca, tumbas y viviendas. Al otro lado de las cumbres, la Peña de Ardales y el Castillo de Turón son, asimismo, lugares de reencuentro con la España islámica.

La vista dorada y azul y el grajeo de las chicharras nos dejan sin respiración. Al frente se extiende el insólito paisaje lleno de contrastes conocido como los Tres Lagos, con los embalses del Conde de Guadalhorce o El Chorro, Guadalteba y Guadalhorce. Entre olivos, pinos, eucaliptos, majuelos, encinas y con suave microclima, el visitante puede practicar actividades deportivas como la piragua, la pesca o la natación en un agua deliciosa (también se alquilan hidropedales con mini-tobogán incorporado para el ocio de los niños).

Tras pasar por los embalses, el río Guadalhorce transcurre por el bellísimo desfiladero de los Gaitanes. La espectacular garganta, de más de 700 metros de altura, no sólo permite el avistamiento privilegiado del buitre leonado y el halcón abejero, sino que es uno de los mejores lugares de la Península para la práctica de la escalada. Si agudizamos la mirada, podremos distinguir en medio del Desfiladero rocoso el famoso Caminito del Rey. Es una pasarela de hierro y hormigón colgada de los tajos de la Sierra Huma; una gran obra de ingeniería que el rey Alfonso XIII atravesó cuando vino a inaugurar la presa en 1921.

Llegar hasta aquí supone cierta dosis de riesgo y aventura. La misma que debió agitar a Hans Christian Andersen en su visita a las montañas malagueñas: "Las rocas desnudas en torno al profundo abismo, que parecía aún más profundo al no iluminarse más que sus bocas". No se amedrenten por el camino, pues entre el augurio hedonista de las aguas purificantes y el resurgir de Al Andalus, la villa de Carratraca limpia sus fachadas para ofrecer a quien la visite un exitoso renacimiento.

Julia Piera (Madrid, 1970), es autora de Al vértice de la arena (Biblioteca Nueva) y Conversaciones con Mary Shelley (Icaria Editorial)

GUÍA PRÁCTICA

Cómo ir- Carratraca se encuentra a 51 kilómetros en carretera desde Málaga.Visita- Hotel Villa Padierna Thermas de Carratraca (952 48 95 42; www.thermasdecarratraca.com). Antonio Riobbo, 11. Carratraca. El balneario y el hotel ocupan dos edificios históricos conectados por un túnel. El hotel abrió el pasado 31 de octubre; la habitación doble, desde 200 euros más IVA. El balneario (abierto a no huéspedes) cuenta con aguas termales (sulfuradas, cálcicas, magnésicas). Ofrecen diferentes programas, por ejemplo, Termal Plus, que dura unas tres o cuatro horas e incluye acceso a las piscinas termales, dos tratamientos individuales, masaje relajante de 25 minutos, zumo o infusión, por 65 euros.Información- Oficina de turismo de Carratraca (952 45 80 16; www.carratraca.es).- Provincia de Guadalteba (www.guadalteba.com)

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