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Entrevista:DESAYUNO CON... CONCHA BUIKA

"Voy a casarme conmigo: de blanco y con guateque"

El día amanece plomizo y oscuro sobre Nueva York. Pero la noche se presenta luminosa y soleada para Concha Buika. Acaba de abandonar el mundo de los sueños en el hotel Marriott del barrio de Brooklyn, donde se enfrentará a la realidad de una apretada agenda horas antes de su debú en el festival Next Wave del Brooklyn Academy of Music (BAM), olimpo de las vanguardias artísticas neoyorquinas.

Ha entrado con mirada sonriente pero aire adormilado en la cafetería del hotel quejándose del aire acondicionado. Pese al frío exterior de esta mañana otoñal, todavía está encendido, como mandan los cánones de los excesos consumistas estadounidenses. "Es un continuo derroche, jamás lo entenderé", protesta. Buika intenta calentar sus manos con una taza de té, lo único que desayuna. "Prefiero comer algo sólido más tarde, pero para empezar el día un té con leche basta". Dos sobres de azúcar endulzan el cubo de cartón -esto es América- que ofrece la cafetería.

La cantante ve "flamenca" a Billie Holiday y "puro jazz" a Camarón

Madrugar no le entusiasma, pero no le importa porque "jamás me imaginé recorriendo el mundo haciendo música". Pero en Nueva York, dice, "todos hemos estado alguna vez, aunque no hayamos venido. Es culpa del cine. Esta ciudad es del mundo y para el mundo, aunque a los americanos no les guste".

Por fin se cuela una sonrisa en su conversación. Y suelta una carcajada risueña. Al avanzar el reloj, su alma de coplera -"No te engañes, todas las de nuestra generación lo somos, tú también"- empieza a dar signos de vida.

Su arte, oficialmente, es la música. Coplas elegantes y sonidos de sensualidad hipnótica que se disparan a través de una voz semirrota que adquiere vigor y luz a medida que sorbe despacio el té con el que recibe el día. Extra-oficialmente, lo que habría que decir de Concha Buika, de 34 años, es que para ella, el vivir es arte.

"Todos somos creadores aunque las mujeres son mucho más artistas que los hombres. Mi madre es la que yo más admiro. Mi padre nos abandonó y la dejó sola con seis criaturas. Ella nos sacó adelante y nunca perdió la sonrisa, ¿no es eso arte?", inquiere exaltada. Ha cerrado la pregunta con una fuerte risotada que alborota un pelo naturalmente enloquecido.

En el color de su piel negra lleva impresa la fascinante revolución de las geografías que está marcando el siglo XXI. Hija de inmigrantes guineanos, creció en Palma de Mallorca y, quizá por eso, su concepto de fronteras va más allá de lo que dicen los mapas. "Existen pero no son lugares concretos por donde no puedes pasar. Las fronteras separan el mundo de la gente que tiene dinero de quienes no lo tienen. El arte ayuda a romperlas y creo que es la única religión legítima que existe. Por eso Billie Holiday era flamenca y Camarón, puro jazz".

Cierra su gira en Salónica mañana, sábado, pero lo que en Brooklyn la hace saltar de la silla, literalmente, es una confesión digna de una copla posmoderna: "Voy a casarme conmigo misma. De blanco, con invitaciones y guateque. Voy a declararme amor eterno porque, con la excusa del amor, yo me he maltratado mucho. Todas deberíamos amarnos y respetarnos antes de embarcarnos en otras relaciones".

Hotel Marriot Brooklyn. Nueva York

- Un té con leche: 2 dólares (1,40 euros)

- Total: 1,40 euros

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