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El Festival de Tánger defiende el cine español

El certamen presenta 'El hombre de arena', de José Manuel González

Javier Martín-Arroyo

El reto que afronta el primer Festival de Tánger esta semana se llama evitar butacas vacías. La tarea es compleja a pesar de que las entradas del Cinema Rif son gratuitas. En la última sesión del viernes, el aforo de 300 butacas se llenó, pero para la primera sesión del sábado en cambio, sólo se entregaron 30 entradas. Hassan Bektachi, administrador de la filmoteca que proyecta los filmes del festival, es optimista. "El boca a boca está funcionando y hay interés. La gente llegará para todas las sesiones", dice esperanzado.

La filmoteca de Tánger abrió sus puertas la pasada primavera con fondos estatales, pero su mantenimiento supone un esfuerzo titánico. "Estamos resistiendo de momento. Aquí la gente sólo ve Hollywood y de vez en cuando películas egipcias o marroquíes. Intentamos programar películas europeas, sirias o libanesas, pero es complicado", dice.

El mejor ejemplo de la dificultad del mercado audiovisual marroquí está en las mismas narices del remozado Cinema Rif. A sólo cinco metros de la salida de emergencia de la filmoteca hay una exitosa tienda de DVD piratas con las películas de estreno a la venta. "Hemos reclamado ante la policía, pero nadie ha solucionado el problema", se queja resignado Bektachi. El negocio de la exhibición en Marruecos, restringido a grandes ciudades como Casablanca, Rabat o Tánger, no es redondo y numerosas salas han cerrado en los últimos años.

El primer festival de cine español pretende educar la mirada de un público seducido por las estrellas norteamericanas, a 12 dirhams la sesión (1,2 euros), para darle la vuelta a una realidad necesitada de una lenta maduración. Tras el brillante preestreno de la película La habitación de Fermat, la segunda jornada presentó la ópera prima del director granadino José Manuel González, El hombre de arena, que llegará a las salas comerciales el próximo viernes.

Un trotamundos llega a un manicomio durante el franquismo para enamorarse y dar un vuelco a la situación represiva del centro. "Me inspiré en la absurda Ley de Vagos y Maleantes que consideraba a los mendigos sospechosos, pero sobre todo en el personaje del mudo que de niño temía con mis amigos", recordó ayer González. La historia está protagonizada por Hugo Silva y María Valverde, y fue rodada en Extremadura y las escenas finales en Huelva. La cinta obtuvo el premio del público en el pasado Festival de Tudela, y el sábado fue muy bien recibida en Tánger. El hombre de arena no estuvo subtitulada al árabe (sólo lo están 14 de las 34 programadas) y el público evocaba a una sala española.

El festival ha homenajeado este fin de semana al escritor Emilio Sanz de Soto, vinculado al grupo de la generación Beat afincada en Tánger, con escritores ilustres como Tennessee Williams y Paul Bowles. A continuación, se exhibió Tánger, esa vieja dama, dirigido por Javier Rioyo, que ensalza la diversidad de nacionalidades que acogió la ciudad en su época de esplendor durante los años cincuenta del siglo XX. Por aquel entonces Tánger se convirtió en foco de ilustrados liberales y espías gracias a su situación geográfica privilegiada. Hoy aspira a recuperar parte de ese pasado, resaltar sus estrechos vínculos con España y monopolizar las inversiones estatales y foráneas del norte del país. Incluidas las culturales.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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