Lujo indiano del futuro
Mientras Belén Rueda lucha con el pasado de un palacio indiano en las secuencias de El orfanato, aquí, en pleno centro de Oviedo, es el futuro el que se refleja en los pasillos y el que mueve las cortinas del lujoso hotel Barceló Oviedo Cervantes, recién estrenado. Por fuera, el edificio es un espectacular ejemplo del gusto ecléctico de los indianos -una especie de château francés miniaturizado por unas gigantescas galerías-, que flota ahora entre dos torres de cristal negro. En el interior, detrás de una fachada de principios del siglo XX, el estudio GCA Arquitectos consigue un luminoso decorado que podría ser perfecto para ambientar el James Bond del año 2050. Modular, minimalista, con tejidos metálicos o transparentes de última generación, todo resulta muy plateado. Tanto, que hasta las alfombras brillan.
Barceló Oviedo Cervantes
Calle de Cervantes, 13. Oviedo.
Teléfono 985 25 50 00.
Internet: www.barcelo.com.
Oferta inaugural: habitación doble superior con desayuno, 110 euros.
El restaurante, La Galatea, está dirigido por Raúl Villar y sirve comidas y cenas a partir de ingredientes autóctonos con un toque de fusión. Tapizados en terciopelo rosa, los sillones Huevo, de Arne Jacobsen, del bar Divinus serán caladero para los más modernos. Arriba cuentan con 72 habitaciones: dos suites, y el resto, dobles superiores o con cama king size. Merecen la pena las 18 con bañera. Muestran dos gamas de colores que toman cuerpo en los cabeceros, un surtido de rojos y otro que va del bronce al peltre. Las habitaciones interiores son algo más amplias, algunas hasta cuentan con una chaise longue separada por una cortina de cadenas de aluminio. Las de las últimas plantas (la quinta y la sexta) tienen el encanto de ser amplias y abuhardilladas, espacios tipo loft lujoso, si bien esta estética airosa puede acusar la falta de algún que otro mueble, como un escritorio.
El hotel se beneficia de un spa vecino, el reconocido Ayala. Y de un vecindario lleno de vida. A pocos pasos del parque de San Francisco y rodeado de restaurantes, floristas y anticuarios, sorprende que el edificio llevara décadas en desuso. Tras cuatro años de rehabilitación, el hotel abrió sus puertas a los huéspedes a finales de octubre, justo a tiempo para la ceremonia de los Premios Príncipe de Asturias.
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