Las mezclas no tan imposibles de José Castro

"Cualquier cosa que se haga en mi tierra me parece estupenda y más si tiene que ver con la moda". José Castro es uno de los cinco diseñadores gallegos que participan en el calendario de desfiles del Noovo Festival, muestra de moda, fotografía y tendencias, cuya primera edición se celebra de jueves a domingo en Santiago de Compostela.

Con una receta que mezcla el joven diseño nacional, desfiles de creadores foráneos, fotografía de autor y un festival de cortos, Noovo pretende descentralizar, como otras iniciativas antes (Moda Cálida, en Canarias; Pasarela Abierta, de Murcia; o Modorrra, de Bilbao) el muy centralizado mundo de las tendencias en España. Y de paso, "situar a Galicia a la vanguardia y asentarla definitivamente como referente cultural europeo", según los directores del proyecto Charo González y Jorge Margolles.

Castro puede servir de buen guía para tales esfuerzos. Miembro de la marca catalana Desigual desde 2004 y, junto a Joseph Font y Estrella Arch, uno de los tres diseñadores españoles que desfilan sin complejos en la Semana de la Moda de París. Debutó a orillas del Sena la temporada pasada con su colección de otoño-invierno El Cuervo, que ahora trae bajo el brazo a Galicia en el marco del Noovo.

Nacido hace 36 años en A Cañiza (Pontevedra), "entre montañas y bosques", recuerda. Un bosque animado en el que era más fácil que se encontrara con la Santa Compaña que con un compañero para sus juegos de infancia. Su madre regentaba un salón de banquetes, El Retiro, en el que se celebraban bodas, bautizos, comuniones y cuando adoptaba el nombre de La Eternidad, también funerales. "En casa se festejaba la vida y la muerte. Ambas cosas formaban parte del negocio de las celebraciones y eran nuestra fuente de ingresos".

Con 11 años, sus padres le enviaron interno a los maristas de Orense. "Pensaban que si seguía en el pueblo me criaría como un animal", dice. Su formación en el vestir empezó en una pequeña academia de diseño de moda y patronaje en Santiago de Compostela. De ahí pasó a la Escuela de Artes y Técnicas de la Moda (Barcelona, ciudad en la que reside) y en 1997 ingresó, con una beca completa, en el Royal College of Art de Londres.

Castro tiene una visión no necesariamente nostálgica, pero sí telúrica y ancestral de su tierra. Y ésta siempre subyace en lo que diseña. No es morriña. Andrajosa, rústica y deliberadamente feísta era la colección que presentó en su desfile de graduación del Royal College. Allure Tribal (La Seducción Tribal) lo llamó el Daily Telegraph, que alabó sus harapos de buhonero a página completa. La prenda estrella: un abrigo hecho con pieles de rata que a pesar de ser para hombre se disputaron dos de las asistentes al desfile (la actriz estadounidense Whoopi Godlberg y Melanie Brown, la Spice Scary de las resucitadas Spice Girls).

Y entre sus raíces se enreda el cine: "Es una de mis grandes pasiones. Dedico mucho tiempo a ver películas, a visualizarlas más bien. Lo que más me gusta es el terror de los años setenta, el cine expresionista y los clásicos hollywoodienses de los cuarenta". Su fin no es el retrofuturismo, sino el neopasado o "mezcla de elementos y actitudes de épocas pasadas con las que conseguir una nueva lectura": una parte de arriba ochentera, una falda años cuarenta, una casaca dieciochesca... algo nuevo, algo viejo y algo prestado.

El Cuervo es una colección opulenta y barroca en la que domina el negro. Volúmenes y texturas de alta costura y en los que se dan cita la novela gótica y Blade runner. Una mezcla tan improbable como atractiva que Castro describe como: "Puro semen de toro gallego".