Sirera amenaza con una nueva purga de los críticos del Partido Popular
El presidente del PP catalán lucha para evitar la extensión de la crisis de Girona
Daniel Sirera ha pasado a las amenazas para acabar con los sectores críticos en el Partido Popular de Cataluña. El presidente regional de la formación afirmó ayer que no le temblará el pulso para echar a los dirigentes críticos con la nueva línea del partido como ya hizo la semana pasada al destituir, uno tras otro, a todos los dirigentes de la provincia de Girona. "Si se tiene que hacer, se hará", resumió.
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Sirera quiere frenar a toda costa los movimientos escépticos con la línea oficial surgidos en el grupo parlamentario del PP catalán y en las direcciones territoriales de Girona y Lleida. El primer golpe de autoridad lo dio la semana pasada al destituir a la dirección provincial de Girona. Ayer, al ser preguntado por si piensa hacer lo mismo en Lleida, fue explícito. "No lo tengo previsto, pero si se tiene que hacer, se hará".
En Lleida pasa lo mismo que en otras agrupaciones territoriales del partido: quienes se afiliaron en la época del ex presidente Josep Piqué se encuentran poco representados por un partido que sigue a pies juntillas y sin siquiera debatir las directrices que marca el entorno del presidente del partido, Mariano Rajoy. "Esta no es la vía para ampliar nuestra base electoral en Cataluña", recordó ayer un diputado del PP.
Estas tensiones motivaron en Lleida la dimisión de Josep Montanya, presidente provincial en la época de Piqué. Pero ello no ha servido para calmar completamente a la militancia. Ahora el conflicto se halla en la distribución de papeles entre la nueva presidenta, Maria José Horcajada, y la responsable de campaña del partido, la histórica militante Pilar Arnalot. Es esta segunda la que controla realmente la estructura del partido, informa Lluís Visa.
La situación es parecida a la que se vivió en Girona hasta la destitución, la semana pasada, de la presidenta del partido, la concejal Concepció Veray. Ésta se encontraba en situación de debilidad frente a Alicia Sánchez Camacho, coordinadora de campaña y depositaria de la confianza de Sirera, y, sobre todo, del secretario general del partido, Ángel Acebes.
"No hay crisis, no hay ningún problema", reiteró ayer una y otra vez el presidente del PP catalán en conferencia de prensa. Sólo admitió que "no es normal", a escasos cuatro meses para las elecciones, lo que ha pasado en Girona. Sin embargo, lo justificó por la imperante necesidad que tiene el partido para recuperar el diputado que logró en las elecciones de 2000 y que perdió en 2004.
Sirera también quiso tapar cualquier fuga en el otro frente de la crisis: el grupo parlamentario. Un total de 9 de los 14 diputados que lo componen han formado una suerte de sector crítico que, si bien comparte con Sirera el objetivo primordial de ganar las elecciones generales, discrepa en las formas. Estos diputados piden mayor debate interno y evitar trasladar a Cataluña el frentismo que, a su juicio, practica el PP en el conjunto de España. Todo para abrir el partido a sectores sociales más amplios.
Estos diputados se reunieron el jueves de la semana pasada a espaldas de Sirera, pero los que asistieron a la reunión de ayer optaron por callarse. Ello permitió a Sirera achacar la crisis a intoxicaciones de la prensa. "Son informaciones que no responden a la realidad", dijo el presidente regional del PP.
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