Rebelión contra un arzobispo
Un grupo de 132 sacerdotes críticos se opone a la conservadora gestión del arzobispo de Granada
Protagonista de la Historia. El arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, se convertirá en el primer arzobispo español que juzga un tribunal dentro de dos semanas. Martínez se sentará en el banquillo de los acusados para responder de los presuntos delitos de coacciones, acoso moral, lesiones, injurias y calumnias de las que le acusa un sacerdote. Pero el mayor dolor de cabeza del arzobispo comenzó hace ya un año. Entonces, un grupo de 132 sacerdotes presentaron un documento muy crítico contra su gestión conservadora al frente de la diócesis de Granada.
La rebelión de los curas críticos tiene tres vértices claros: Los gastos excesivos de la diócesis, la crisis abierta en la Facultad de Teología y la marginación que ha afectado a varios curas, entre ellos el archivero de la Catedral, Javier Martínez Medina, que le denunció ante los tribunales. "Tenemos una diócesis mediática alejada de las verdaderas necesidades de la Iglesia. Hay proyectos solidarios de desarrollo comunitario a nivel de fe que no prosperan porque el diálogo está roto", censura uno de los sacerdotes firmantes. Para estos curas, la diócesis debe "desprenderse de lo superfluo porque el sistema de mantener privilegios nos hace daño. El mensaje catastrofista de persecución a la Iglesia debe desaparecer porque hoy día nadie nos impide nada", reclama.
Los 132 curas se han reunido "periódicamente" desde que el pasado invierno presentaron al nuncio del Vaticano en España, monseñor Manuel Monteiro, el documento Reflexión de 132 sacerdotes ante la situación de nuestra Diócesis. Tras comprobar cómo el nuncio ha ignorado sus quejas y la situación interna del arzobispado no mejora, el grupo de sacerdotes planeó reunirse de nuevo este mes para estudiar nuevas. Pero la reunión ha sido suspendida tras romperse el pacto de silencio y filtrarse dichas reuniones. "Por supuesto que esperábamos una reacción del nuncio, pero no somos una plataforma antinada ni hacemos proselitismo", matiza otro sacerdote.
El Arzobispado rechaza el cisma y minimiza la corriente crítica. "Somos una familia con distintos hermanos que discrepan, pero seguimos siendo una familia en la que siempre hay reflexiones y diferencias", apunta un portavoz. "Los sacerdotes siempre encuentran eco a sus críticas en el Consejo de Presbiterio y Arcipreste", añade.
Pero los curas díscolos discrepan. "Son organismos muertos y ahí no se llevan los problemas candentes. Por eso buscamos otros cauces", responde un cura. Las consecuencias de esta corriente crítica aún están por ver. Representa a casi la mitad de los sacerdotes que incluye la diócesis de Granada, compuesta por 280 curas según ciertas fuentes, a pesar de que el Arzobispado eleva la cifra "a más de 300".
Los curas críticos permanecen a la espera de que la Santa Sede o el nuncio atiendan sus peticiones para que la situación sufra un vuelco.
Mientras, la mezcla de expectación y morbo que despierta el juicio al polémico arzobispo, ha dejado en un impass estas relevantes críticas internas.
El arzobispo intentó evitar el juicio de nuevo la pasada semana, pero la Audiencia Provincial de Granada denegó el archivo de la causa contra Martínez. Éste no será el único en la sala con fobia a los micrófonos. El juez Miguel Ángel Torres, titular del juzgado de lo Penal 5 de Granada y ex instructor del caso Malaya contra la corrupción en Marbella, será quien le juzgue.
Decisiones polémicas
La controversia acompaña al actual arzobispo de Granada. Francisco Javier Martínez fundó el pasado agosto el instituto de filosofía Edith Stein para alejarse de la Facultad de Teología de la Universidad, donde los futuros sacerdotes compartían aulas con el resto de estudiantes desde 1939.
El arzobispo considera que la facultad no dice lo que la Iglesia propugna, sino "lo que todo el mundo quiere oír", lo que para Martínez constituye la única razón de todos los males que sufre la Iglesia en la ciudad. Los sacerdotes críticos han expresado en distintas reuniones su discrepancia con el criterio educativo del arzobispo.
Mientras, Martínez se enfrentó el pasado agosto a los vecinos del pequeño pueblo Albuñol, tras ordenar el traslado del popular cura del pueblo. El traslado fue promovido por un grupo de monjas poco conformes con la solidaridad mostrada por el cura con los inmigrantes musulmanes. El arzobispo finalmente no cedió y envió al cura de Albuñuelas para sustituir al joven y querido párroco.
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