El precio de Calatrava
Desde finales de los años ochenta hasta hace unos meses, casi todas las ciudades importantes deseaban tener "un calatrava, se tratara de un palacio de congresos, un auditorio, un rascacielos o incluso una modesta pasarela. Ahora su nombre se asocia a polémicas y pleitos como los que tiene con los ayuntamientos de Valencia, por las filtraciones que han anegado el Palau de les Arts, y con el de Bilbao, al que el arquitecto demandó por supuesta vulneración de la Ley de Propiedad Intelectual.
Calatrava realiza una arquitectura espectacular y fotogénica, propicia para los folletos turísticos y la promoción de una ciudad a través del universo de la imagen. La contraprestación de esta propaganda visual es el precio abusivo de las obras y su muy relativa consistencia interior. Son obras para ver más que para habitar o transitar. Así ha ocurrido con el aeropuerto de Bilbao, que representa la figura de una paloma, asociada al gozo de volar pero tan escasamente funcional que las reformas no acaban nunca. Calatrava esculpe más que construye. Sus obras lucen en el panorama de una ciudad pero, por ejemplo, hacen resbalar a los peatones en el puente bilbaíno de Zubí Zuri o los empapan hasta las rodillas en el Palau de les Arts valenciano.
Vértebras, curvaturas, alabeados, torsiones, efectismos premeditados, llevan a que los presupuestos se dupliquen o tripliquen en un ejercicio que se expone apolíneamente para la foto y no para la función. En Suecia, Calatrava es el autor del edificio más alto y costoso de la nación. El Turning Torso inaugurado en 2005 en Mälmo, con 54 pisos y 147 viviendas de lujo en nueve cubos rotatorios donde un penthouse de 230 metros cuadrados cuesta cerca de 1.600.000 euros. Algo por el estilo se está levantado en la torre 80 South Street de Nueva York, cuya inauguración está prevista para finales de este año, y en donde los amplios apartamentos rondarán el precio de 24 millones de euros.
Su obra es cara, antifuncional, vistosa, fotogénica. La ciudad que desee poseer un calatrava sabrá a qué atenerse y no debiera quejarse luego. El beneficio de su plasmación en imágenes se corresponde con el perjuicio de sus precios y su inconfortabilidad en la vida real.
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