La sangre roja vuelve a hervir
El Sevilla de Jiménez pasa por encima del Valencia con un coraje de sabor añejo
Ayer, a algunos les pareció ver a Joaquín Caparrós correteando y dando brincos frente al banquillo local en el Sánchez Pizjuán. Algunos incluso llegaron a distinguir el célebre traje marrón del técnico nacido en Utrera. A algunos, se les empezó a calentar la sangre, roja, hasta sentir los borbotones de la ebullición. Algunos de ellos eran futbolistas. Lo mejor de lo que disponía el Sevilla para intentar acabar de encajar el solemne bofetón que significaba la salida del entrenador de sus éxitos -Juande Ramos, que firmó en la noche del pasado sábado por el conjunto londinense del Tottenham Hotspur- camino de los arrumacos profesionales y los banqueros ingleses no era otra cosa que su orgullo. Vamos, que les hirviera la sangre roja.
SEVILLA 3 - VALENCIA 0
Sevilla: Palop; Alves, Fazio, Dragutinovic, Crespo; Navas, Poulsen, Keita, Adriano (Capel, m. 60); Kanouté (Renato, m. 79) y Luis Fabiano (Koné, m. 89). No utilizados: De Sanctis; Boulahrouz, Martí y De Mul.
Valencia: Hildebrand; Caneira, Albiola, Marchena (Alexis, m. 60), Moretti; Albelda, Baraja; Joaquín, Angulo, Arizmendi (Vicente, m. 46); y Zigic (Munitis, m. 46). No utilizados: Cañizares, Miguel, Sunny, Silva y Gávilán.
Goles: 1-0. M. 9. Kanouté rebaña un mal despeje de Albiol al borde el área pequeña, se revuelve y anota con un disparo pegado al palo. 2-0. M. 73. Poulsen, bate de tiro cruzado. 3-0. M. 85. Luis Fabiano supera al Hildebrand en sus salida.
Árbitro: Daudén Ibáñez. Amonestó a Caneira, Palop, Albelda, Joaquín,Marchena, Luis Fabiano, Morientes, Vicente,
Unos 40.000 espectadores en el Sánchez Pizjuán.
Manolo Jiménez llegó al banquillo del primer equipo sevillista con el escudo entre los dientes. Su manera de no hacer florituras fue sacar a dos chavales del filial en lugar de dos reputados internacionales. A Fazio y a Crespo se les suponía. Sobre todos los demás no había tantas certezas. La calidad de los futbolistas sevillistas resulta tan incuestionable como intermitente en los últimos tiempos. Y, a pelo, no parecía servirle para las exigencias anímicas y clasificatorias que traía el encuentro de anoche. Por eso les puso Jiménez el escudo entre los dientes en el vestuario.
El comienzo en estampida de los sevillistas es una de sus señas de identidad y, quien más quien menos, casi todos los equipos tienen pensado un quite para intentar sobrevivirlo. Al Valencia le cayó la cornada. En una clásica jugada de los sevillistas con balón desde la banda a uno de sus delanteros, Kanouté parecía perfectamente controlado con Marchena y Albiol cubriéndole los flancos en plan policía. Pero Albiol -el poli bueno, se conoce- se pasó de frenada y en vez de despeje le dejó un balón al africano perfecto para que éste lo protegiera con su cuerpo al tiempo que se giraba y lo enchufaba al sitio donde no podía llegar Hildebrand.
De lo mejor que trajo consigo el discurso de Jiménez fue el poder ver de nuevo a Navas encarar al defensor y atreverse con gestos técnicos que no había mostrado en muchos meses. Hasta un caño de espalda regaló el joven futbolista. El juego del Sevilla no alcanzó en ningún momento ni la fluidez ni el filo que le hizo famoso y temido a lo largo de las dos pasadas temporadas. Pero aunque más plano, su talento no se ha evaporado, ni mucho menos, que, sumado a la manera con la que afrontaron el partido de ayer, les sirvió para imponerse al Valencia. El conjunto de Quique Flores está pachucho. Y el fútbol, duele en la cabeza y en los pies. O en ambos. Con los pies no fueron capaces de interrumpir el juego en la medular de los sevillistas. No hubo nada que contrarrestara los apoyos de Kanouté, las escaramuzas de Navas o Adriano ni, por supuesto, el despliegue físico y táctico de Keita. El de Malí ocupa y bien una porción de terreno grande. Y otro no menor de juego. Quique Flores mejoró algo la papeleta con dos cambios en el descanso. Pero un equipo con dudas y flojo en la autoestima nunca podrá imponerse a uno con fervor de iluminado, frente a unos tipos a los que ayer les hervía la sangre.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.