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Columna
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Como una ola

El portavoz del Gobierno Andaluz tuvo un ataque de ibarrechismo y habló de sí mismo en tercera persona del singular: "el portavoz está estupefacto". Así de desconcertado se mostraba Enrique Cervera ante la propuesta del secretario general del PP de Andalucía, Javier Arenas, para que se declare como oficial la versión del himno de Andalucía interpretada por Rocío Jurado en la película La Lola se va a los puertos, de Josefina Molina.

El portavoz está estupefacto, ¿quién lo desestupefactará? El desestupefactador que lo desestupefacte, buen desestupefactador será. Supo Cervera resumir en una palabra su opinión, con el estilo retórico del lendakari y la retranca propia. Yo por mi parte estoy como Almodóvar: Pati Diphuso. O lo que es lo mismo, desconcertado. No alcanzo a comprender el calado de la propuesta de Arenas ni el momento para presentarla, a las puertas de una campaña electoral, cuando se acaba la legislatura. Algo tendrá en la cabeza el líder popular, que como todo el mundo sabe, no da puntada sin hilo. Ha dicho que la propuesta para acoger esta versión es "por su expresividad emotiva, tan próxima a la sensibilidad de los andaluces". Se me ponen los vellos como escarpias de la emoción. No sé si podré contener el llanto de tanto sentimiento por cómo debe vernos a los andaluces el político olvereño-sevillano, como si ejerciera de director de una comparsa. Como Arenas es un veterano en esto de la política, ya debería tener pensada hasta la respuesta que iba a dar el Gobierno andaluz y el alcance en los medios de comunicación. Igual es que pretende recuperar un cierto perfil andalucista, ahora que los propietarios de las siglas históricas del nacionalismo andaluz andan completamente desorientados, a la búsqueda de la enésima refundación, reconciliación o coalición. Quizás pensaba el líder popular que un debate de unos días sobre el himno a partir de una propuesta suya iba a granjearle las simpatías de los electores que huyen de Julián Álvarez. Como se demostró en Sevilla, los votantes que se van del PA se refugian en el PP.

Debió pensar Arenas que podía obtener algún rendimiento de esta propuesta. Porque si no, no se entiende. Ha contado con el apoyo de la familia de la cantante chipionera, como no podía ser de otra manera, a pesar de la controversia, sobre todo después de los elogios a la cantante con que acompañó a su propuesta. Pero el que ha situado las cosas en su sitio, por raro que parezca, es el diputado de IU, Antonio Romero, que ha señalado lo complicado que sería para la mayoría de los andaluces poder cantar el himno como lo hacía Rocío Jurado en aquella película. Si no, tiempo tendrá de cantarla en la cámara el propio Arenas cuando su iniciativa se debata, ahora que deja el parlamento el diputado gaditano Antonio Moreno que es quien organizaba los coros de villancicos parlamentarios. Dice Antonio Burgos, y tiene razón, que en las versiones al uso se cambian los acentos de sitio. Burgos lo dice con el estilo del carnaval gaditano "con los acentos picaítos". Ahora bien, habría que traerse a cada acto a unos cuantos directores de filarmónicas o escolanías para que sonara afinado. Por lo menos.

En contra no sé si Arenas ha pensado que mientras él proponía esa versión del himno, el Consejo de Gobierno aprobaba los presupuestos andaluces que rozan los 32 mil millones de euros, y en el Congreso se debatían los del Estado, con importantes consignaciones para Andalucía. Es decir, mientras la mayoría de los dirigentes volvían la vista a las cuentas públicas y a su resultado para la comunidad, Arenas fijaba sus atenciones en la forma en la que hay que cantar el himno. Sin exagerar mucho se puede decir que suena frívolo. Sobre todo si se tiene en cuenta que los redactores del presupuesto andaluz han descubierto el punto G, tantas veces buscado por gran parte de la humanidad. No sólo eso, han encontrado el punto G+, que debe ser la repera. Es decir, Arenas en el himno, la clase política en los presupuestos y los redactores del presupuesto andaluz con el feliz hallazgo. Quizás es que, como cantaba la chirigota, yo creía que el punto G se escribía con J.

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