¡Pensamos que se caía el puente!
Vanesa Canales, vecina de L'Hospitalet de Llobregat, pasa cada mañana por el puente peatonal que cruza las vías del tren y une su barrio con el de Bellvitge para llevar a sus hijos al colegio. Eran alrededor de las nueve de la mañana de ayer, y Vanesa, después de dejar a sus hijos en el colegio, volvía a casa junto a su amiga Esther Júlvez. Atravesaban la pasarela, cuando de pronto, el suelo tembló bajo sus pies y oyeron un fuerte estruendo que venía de la estación de tren de Bellvitge.
Asustadas, Vanesa y Esther dirigieron su mirada de manera instintiva hacia el lugar de donde venía el ruido y vieron cómo uno de los andenes de la estación se venía abajo.
"Pensamos que se derrumbaba el puente. ¡Nos hemos llevado un susto de muerte!", aseguraba Vanesa poco después de lo ocurrido. "Hemos visto cómo se abría el suelo y todo se hundía", decía Esther, en referencia al aparatoso desplome de diez metros de andén de la estación.
La noticia del nuevo socavón corrió como la pólvora entre los vecinos de la zona, espectadores de primera línea de las obras del AVE, y al poco rato decenas de ellos se arremolinaban a todo lo largo del puente. Vecinos, políticos y periodistas confluían en un improvisado foro con opiniones para todos los gustos.
"Esto se veía venir", decía Juan Álvarez, presidente de una asociación de vecinos del Gornal. "Afortunadamente, la estación estaba cerrada, porque si esto llega a pasar con gente en el andén estaríamos hablando de una tragedia", apostillaba.
Por su parte, León Silva, vecino de Bellvitge, de 63 años, consideraba que "el AVE es necesario y, cuando esté funcionando, ya nadie se acordará de estos inconvenientes".
El sentir general de los vecinos era de hastío. "A ver si acaban las obras de una vez, porque ya estamos hartos", concluía Fernando Cabello.
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