El bloqueo israelí lleva al colapso
Israel corta el suministro de luz y de combustible a la franja palestina
La leucemia de Fadel, de seis años, requiere análisis imposibles de practicar en el hospital de pediatría Al Nasser de Gaza. Sameg, madre del niño, solicitó hace tres meses permiso al Gobierno israelí para su ingreso urgente en un centro de Tel Aviv. Aún espera la respuesta.
Mientras, el sistema sanitario de la franja, habitada por 1,5 millones de personas, sigue degradándose: la escasez de anestesia y otros fármacos es alarmante, los equipos médicos no pueden ser reparados, y cientos de enfermos como Fadel necesitan urgentemente viajar para recibir tratamiento.
Desde Israel llegó ayer una pésima noticia: el Ministerio de Defensa aprobó el corte del suministro eléctrico y de combustibles al territorio ocupado -habitado por millón y medio de personas-, que dependerá de la frecuencia del lanzamiento de cohetes kassam contra suelo hebreo. Los efectos del bloqueo impuesto desde febrero de 2006 son bestiales. La escasez de anestesia es alarmante, los equipos médicos no pueden ser reparados, la carestía de fármacos angustia a los médicos...
El Gobierno de Ehud Olmert no distingue entre civiles y milicianos. "Si se disparan cohetes, los palestinos pagarán el precio", declaró ayer el viceministro de Defensa, el laborista Matan Vilnai. Como si no pagaran desde la victoria de Hamás en las elecciones, hace 21 meses. El deterioro económico es brutal. El 70% de los palestinos de Gaza recibe ayudas alimentarias de agencias internacionales. Ya lo dijo Dov Weisglass, asesor de Ariel Sharon y por unas semanas de Olmert, ante las sonrisas de los miembros del Gabinete: "Hay que hacer que adelgacen". La anemia se extiende. Y el sistema sanitario roza el colapso.
"Seiscientos o setecientos pacientes al mes necesitan salir camino de hospitales en el extranjero. Unos 450, el 35% niños, requieren tratamiento contra el cáncer y no les dejan ir. En total, no se permite abandonar Gaza al 20% de los peticionarios", lamenta Jaled Raadi, alto funcionario del Ministerio de Sanidad palestino. "Israel emplea un nuevo método de matar, no respetan ningún principio deontológico", agrega. No lo dice sólo este hombre. Organizaciones de derechos humanos israelíes han denunciado el veto a enfermos de cáncer para recibir tratamiento en el exterior. No ya en Israel. En ningún país. Los servicios de seguridad deciden en la frontera de Erez quién pasa y quién no. Es una lotería con la muerte como premio.
Desde junio, cuando Hamás se hizo con el control de la franja, tres enfermos han perecido en Erez mientras aguardaban la inspección militar. Otras 30 personas han fallecido esperando a entrar en la franja en el cruce de Rafah, limítrofe con Egipto. Hay casos espeluznantes, como el de Mahmud Abu Taha, un enfermo de cáncer de intestino que, a sus 21 años, había perdido un tercio de su peso cuando el 18 de octubre recibió autorización del Ejército para ser ingresado en un hospital israelí.
En la frontera, sin embargo, se topó con el Shin Bet (servicio de seguridad interior). Después de dos horas de espera, fue devuelto en ambulancia al hospital de Jan Yunis. Eso sí, sin su padre, que le acompañaba, y que fue detenido por "sospechoso de terrorismo". La rama israelí de Médicos por los Derechos Humanos ha denunciado que los cuerpos de seguridad chantajean a los parientes de los enfermos: o colaboras para delatar a milicianos o tu familiar no va al hospital.
"No practicamos operaciones si no son a vida o muerte. 200 enfermos del riñón se las apañan con 40 máquinas de diálisis. Otras 25 no funcionan, pero el Gobierno israelí no permite la importación de repuestos. Cada paciente necesita tres o cuatro sesiones semanales. Sólo les podemos ofrecer una o dos", explica Raadi.
Hasan Jalaf, director del hospital Shifa, el mayor de Gaza, añade datos esclarecedores de los efectos de un bloqueo que promete agravarse: "Hay 60 fármacos, de los 180 que la Organización Mundial de la Salud considera básicos, de los que no tenemos nada. Ahora no tenemos vías de escape. Habrá muchas muertes evitables. Si la comunidad internacional desea esto, está bien, puede hacerlo".
No resulta difícil apreciar que el territorio palestino marcha hacia atrás. El cincuentón Anuar el Sheik Jalil, director del hospital Al Nasser, no atisba esperanza: "Ya tenemos problemas con la electricidad. Por ahora no es gravísimo porque disponemos de combustible para el generador. Pero ya amenazan con cortar el suministro. Quienes necesitan respiración asistida corren el riesgo de morir. No he conocido una coyuntura peor en todos mis años de médico".
EMERGENCIAS
- Ayuda alimentaria. El 70% de los palestinos que vive en Gaza recibe ayudas alimentarias procedentes de las agencias internacionales que operan en la zona.
- Enfermos al extranjero. Entre 600 y 700 pacientes al mes necesitan salir camino de hospitales en el extranjero para recibir tratamiento. Alrededor de 450 enfermos -el 35%, niños- requieren tratamiento contra distintos tipos de cáncer.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.