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Economía y política

Miquel Alberola

La Confederación Empresarial Valenciana tiene casi la edad del Informe Hite, el temperamento industrial de la provincia de Valencia y, ante sí, la obligación de afrontar el horizonte incierto de una sociedad cambiante y sacudida por la globalización. Pero más allá de sus lógicas repercusiones en el mundo de la economía, ha tenido profundos impactos políticos.

Su origen fue un pulso entre las diferentes tendencias en las que se asociaba el empresariado valenciano en 1977, en el que se impuso Vicente Iborra. La organización sentó bases y cohesionó al empresariado en la defensa de sus intereses, pero en su interior, a principios de los ochenta, cuajó un movimiento de alternativa a Iborra sin el que resulta imposible entender la epopeya fabril y política valenciana: la fundación de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), impulsada por Luis Espinosa, que se convirtió en un contrapoder creciente, mientras Iborra se hundía en un escándalo de irregularidades por las liquidaciones de la Sociedad Anónima Valenciana de Estacionamientos.

En 1986, el entonces presidente de AVE, Pedro Agramunt, tomó las riendas de la CEV coincidiendo con uno de los momentos más bajos de Alianza Popular. Espinosa, nuevo secretario general, concibió la CEV como un instrumento político. La organización afiló su perfil reivindicativo y sus constantes fricciones con la Generalitat cristalizarían en la denominada Cumbre de Orihuela, que acabaría lanzando a Agramunt al liderato del Partido Popular.

También con José María Jiménez de Laiglesia como presidente, en 1995, la CEV propició que el PP y UV se avinieran a pactar para gobernar la Generalitat en un episodio que pasó a la historia como El pacto del pollo, por celebrarse en el despacho del empresario avícola y presidente de AVE Federico Félix. Desde entonces, la sintonía de la organización con la política del Consell no sólo estuvo fuera de toda duda, sino que entre ambas instituciones a menudo se crearon interacciones y sorprendentes ecos.

Sin embargo, la llegada de José Vicente González en 2005, con el propósito expreso de que la organización fuera independiente, ha quebrado una tendencia que solapaba a la CEV bajo la sombra del Palau de la Generalitat y ha centrado a la organización en su ámbito.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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