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Crónica:Fútbol | Octava jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Sensacional Espanyol, famélico Madrid

Un golazo de Tamudo abate a un líder que penó por Montjuïc

Ramon Besa

Vive el Espanyol una luna de miel tan deliciosa que no hay imposibles en sus citas futbolístas. Los partidos le salen a pedir de boca. El equipo ha alcanzado un punto de juego estupendo y sus delanteros cuentan los remates por goles. Tamudo retrató ayer a Casillas con un toque tan maravilloso en el 2 a 0 que el Madrid enmudeció como nunca en la Liga. Afeitado y traspuesto, el líder perdió su condición de invicto, desbordado de manera colectiva e individual, incapaz de responder al entusiasmo blanquiazul. Ambicioso y vertical, juega el Espanyol con la energía de los ingleses, la organización italiana y la belleza de los grandes del campeonato español. Hoy es un señor equipo, imposible para un rival desorganizado, vulnerable y excesivamente confiado en su pegada como es el Madrid, famélico, expuesto a la corriente.

ESPANYOL 2 - REAL MADRID 1

Espanyol: Kameni; Zabaleta, Torrejón, Jarque, Clemente; Valdo, Moisés, Lola, Riera (Lacruz, m. 90); Luis García (Jonatas, m. 86) y Tamudo (Jonathan, m. 82). No utilizados: Lafuente; Moha, Corominas e Iván.

Madrid: Casillas; Ramos, Cannavaro, Metzelder, Marcelo; Diarra (Gago, m. 84); Higuaín (Soldado, m. 72), Guti, Sneijder (Drenthe, m. 60); Raúl y Van Nistelrooy. No utilizados: Dudek; Salgado, Saviola y Torres.

Goles: 1-0. M. 1. Riera cabecea un saque de esquina. 2-0. M. 52. Tamudo marca de vaselina. 2-1. M. 90. Ramos empalma la pelota a la salida de un córner.

Árbitro: Teixeira. Amonestó a Van Nistelrooy, Zabaleta, Guti, Ramos y Jonathan.

36.250 espectadores en Montjuïc.

La vitalidad de los blanquiazules contrastó con la poca ambición blanca
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El viento siempre fue el peor de los enemigos para el fútbol y ayer soplaba mucho aire en la montaña de Montjuïc, circunstancia que avivó todavía más el duelo entre dos equipos con un buen ritmo de juego, amantes del despliegue, a gusto con el ir y venir de la pelota, dispuestos a intercambiar golpes en las áreas más que a competir en la medular y discutir alrededor del balón. Las llegadas se sucedieron inicialmente en las dos porterías y el Espanyol contó un gol nada más empezar, a la salida de un córner mal defendido por los dos centrales del Madrid y muy bien cabeceado por Riera.

El volante blanquiazul y el equipo entero viven en estado de gracia. Abatidos el Valencia y el Sevilla, el Espanyol necesitaba enfrentarse a un grande en el estadio Olímpico para certificar que no gana los partidos por inercia, sino por la solvencia y vitalidad de su fútbol. Al Madrid le encantan igualmente escenarios como el que le proponía el Espanyol. Falto de organización, el equipo de Schuster se descuelga fácilmente en el ataque cuando los partidos son abiertos. Aunque no se cierra bien, alcanza el área con cierta frecuencia, de modo que acudió a la contienda con confianza.

Atacó el Madrid a ratos, de forma discontinua, más en oleadas y arrebatos que de manera regular y precisa. Van Nistelrooy ocupó de vez en cuando las bandas, Raúl se perfiló para un par de remates e Higuaín se abrió por los costados. Muy poca cosa, excesivo ruido para tan poco remate, incapaz de replicar la intensidad blanquiazul. Le faltó jerarquía porque no domina el juego ni los partidos, un defecto decisivo cuando enfrente está un adversario con fiebre futbolística. A favor del marcador, el Espanyol presionó con tino en la divisoria y armó rápidas transiciones. Aunque le faltó un punto de pausa y el encuentro a veces se le desbocó, tuvo el partido de su parte hasta el tramo final con un fútbol armonioso y de muy buen ver.

Aunque el Madrid tenía por costumbre corregirse en las segundas partes, a las primeras de cambio tomó un segundo gol, antológico, de Tamudo. Cannavaro salió a achicar la pelota y el ariete blanquiazul se quedó solo en el balcón del área, dispuesto a recoger la asistencia de Valdo, muy listo. Tamudo encaró a Casillas y le picó la pelota con una vaselina sensacional. El toque del delantero centro resultó imposible incluso para uno de los mejores porteros. El balón besó la red tras acariciar la escuadra.

Vencido Casillas y superados los centrales, que mezclaron mal, el Madrid no tuvo ni medios que combinaran ni futbolistas con látigo. Desenchufado Guti, no hubo noticias de Sneijder, resacoso por la jornada internacional, y los delanteros apenas intervinieron. La única noticia ofensiva blanca, como ya es costumbre, llegó en un arrebato de Sergio Ramos, un futbolista al que le hierve la sangre en cada arreón. El lateral remató el primer córner que botó el Madrid. El equipo de Schuster quedó muy comprometido por su dimisión futbolística. No tuvo regate ni desborde y, por vez primera en lo que va de Liga, ni siquiera enfocó el marco rival.

El Madrid únicamente intimidó en la prolongación por el peso de su camiseta, cuando al Espanyol le entró el vértigo. El equipo de Valverde pasó de la emoción por conseguir una goleada a la preocupación por ceder un empate. Los blanquiazules se relajaron y perdieron puntería desde el gol de Tamudo. Muy vulnerable, al Madrid le acompañó la suerte en un par de remates espanyolistas. A cambio, obtuvo un gol que no mereció y acabó con la heroica propia de los partidos importantes, con Casillas acudiendo al área para rematar un córner y los once rivales empotrados en su campo. No merecía el Espanyol un final tan agónico después de un partido tan hermoso.

Tamudo intenta un remate forzado ante el acoso de Cannavaro.
Tamudo intenta un remate forzado ante el acoso de Cannavaro.TEJEDERAS

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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