Pero, ¿para qué sirve la encuesta del alumno?
En todas las universidades públicas, los alumnos deben contestar durante el curso, y de manera anónima, encuestas tipo test que valoran el trabajo del profesor de una determinada asignatura. Cómo da las clases, hasta qué punto ha sido didáctico, si ha completado el programa, si reparte o no materiales, si es accesible, si sería un profesor que el estudiante recomendaría. Todo esto se tiene en cuenta para hacer una media del trabajo del profesorado. Pero, ¿cuál es su utilidad?
Evidentemente, el hecho de que sean anónimas facilita que el alumno conteste lo que le venga en gana, por muy absurda o vengativa que sea la respuesta. Sin embargo, también permite una sinceridad total, algo que no sucedería si se tratara de encuestas firmadas. "Se remite un informe completo de su resultado al departamento y al profesor", comenta Alfredo Pérez Boullosa, el director del GADE de la Universitat de València. "Se instauraron en los ochenta como método de información al profesorado para mejorar sus clases, ya que se trata de una evaluación de sus métodos hecha por los implicados más directos". "La encuesta no penaliza, no premia, sólo informa", explica Pérez Boullosa. "No implica actuación institucional, es algo departamental y de cada profesor", añade. "La consecuencia, generalmente, debe aplicarla sobre sí mismo cada profesor", dice. Quiere decir que sirve para que el docente sepa lo que es peor percibido de él por los alumnos y lo mejor. "Los estudiantes valoran mucho la accesibilidad", apunta, "y castigan sobre todo a aquel docente que ofrece poco en clase pero que exige mucho a la hora de calificar".
Se puntúa de 1 al 5, la media es un 3 y la Universitat de València, por ejemplo, tiene una media entre el 3,6 y el 3,7. Las carreras con mejor valoración son las de mayor contenido práctico y mayor inserción laboral, y las peor valoradas, las contrarias. Según Pérez Boullosa, "de cara a la Convergencia Europea ha surgido una iniciativa para encajar sistemas de evaluación del profesorado que puedan implicar medidas para aquellos que no dan importancia a la docencia". No obstante, según el director del GADE, "el efecto de la existencia de las encuestas ya ha ayudado a que los profesores impartan sus clases de manera regular, cosa que en otras épocas no ha sido así".
"En mi opinión, no valen", dice, en cambio, Inma Aparisi, alumna de cuarto de Educación Física, "ya que siguen dando clase los profesores que no nos gustan y que son mal puntuados". "Si valieran para algo, ellos ya no estarían", cree. Otro alumno, Joan Marc Delcan, que estudió Ingeniería de Caminos y ahora estudia Periodismo, insiste en que, durante su primera carrera, "el alumno también podía rellenar una encuesta semanal diferente, centrada en su actividad como estudiante, que proporcionaba créditos". En su opinión, "las encuestas son importantes si el profesorado les hace caso, algo que, a partir de un cierto ego, igual no sucede".
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