¿Quién roba en los supermercados?
Las empresas analizan los hurtos, que les cuestan 1.700 millones al año
Sábado por la tarde. Centenares de personas se agolpan en una conocida gran superficie de la capital. Mientras unos compradores se deciden por una mermelada, otros esperan la cola del pescado. Ajenos a este trasiego, algunos clientes se dedican a hurtar todo lo que esté a su alcance. Aprovechan las horas de mayor trasiego para pasar inadvertidos y sisar perfumes, libros, discos compactos y artículos de informática. Así, disco a disco, las empresas pierden 1.700 millones de euros al año. Esas cifras manejaban ayer 120 directivos integrantes de la Asociación Española de Codificación Comercial (Aecoc), que engloba a 24.000 firmas de toda España.
Los robos, denominados eufemísticamente en el sector como "pérdidas desconocidas", los cometen tanto empleados como clientes. De hecho, los empleados roban más: el 60%. "El trabajador va a productos más caros y suele cometer más robos durante más tiempo. Además, cuesta mucho detectarlo", explica el director nacional de Seguridad de la Fnac, Hilario Fernández. "Los empleados siempre están con productos y no se puede ver si están transportándolos o, por el contrario, los están robando", añade este directivo. En otras ocasiones, los preparan para que algún cliente compinche los saquen de la tienda sin ser descubierto.
Algunos delincuentes van acompañados de sus hijos para no levantar sospechas
Las temporadas de mayores hurtos siempre coinciden con dos grandes momentos de ventas: Navidad y rebajas. A eso se une que las tiendas están repletas de gente. Las mejores horas, a mediodía o en plena hora punta.
Los responsables de Aecoc diferencian dos tipos de delincuentes. Los que podrían llamarse particulares se quedan con lo que roban. Optan por objetos caros que no se pueden permitir. En esta categoría entran los estudiantes, personas que acuden con sus hijos a las tiendas o los que se sirven de una persona mayor o un minusválido para dar el pego. "Es gente que suele pedir perdón, que temen la denuncia y que están dispuestos a pagar la mercancía para no tener problemas", asegura Hilario Fernández.
La responsable de Aecoc de pérdidas desconocidas, Rosario Pedrosa, también destaca a los profesionales. Se trata de grupos organizados que acuden en grupos de cinco o seis personas y van directamente a los productos que les interesan. Saben que tiene compradores esperando esa mercancía. Entran en tropel y salen a la carrera, sin que les dé tiempo a los responsables de la tienda a detenerles. "En contra de lo que se cree, las personas enfermas [cleptómanas] son muy pocas, menos de un 1%", afirma Pedrosa.
¿Y qué comercios sufren más robos, los grandes o los pequeños? La respuesta es que por el mismo estilo. Las grandes superficies tienen más medidas de seguridad, como detectores, cámaras y personal contratado, mientras que los pequeños cuentan con menor superficie para vigilar. "Los pequeños tienen en contra que, cuando un cliente entra en un probador, éste se convierte en un espacio cerrado totalmente vulnerable", añade la responsable de Aecoc.
Los robos a veces se producen antes de que los productos lleguen a la tienda. Los trabajadores de las empresas de distribución también se dedican a hurtar, en especial productos pequeños muy caros, difíciles de controlar, según destaca el director de Operaciones Logísticas de Sony, Francesc Persans. "Por ejemplo, también hemos detectado en nuestros almacenes a algún vigilante de seguridad que sustraía cámaras de fotos, ordenadores portátiles y navegadores GPS".
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