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Reportaje:

Una reina sin reino

Los exiliados aclaman a Miss Tíbet para recordar al mundo que buscan la independencia de China

Una corona de metal con piedras falsas, un escenario destartalado y un puñado de chicas guapas de ojos almendrados dispuestas a desfilar en bañador. Es todo lo que se necesita para recordar al mundo -aunque sea de una forma un poco incoherente- que una gran parte de exiliados del Tíbet en India, sobre todo los jóvenes, todavía sueñan con la independencia. El resto se conformaría con la autonomía dentro de la Constitución de China, una solución conocida como Vía Intermedia y promovida por el Dalai Lama, el líder espiritual del Tíbet.

Tenzing Dolma, una chica de 21 años, que trabaja como teleoperadora en Delhi fue elegida anoche Miss Tíbet 2007, una reina de belleza cuyo reino fue ocupado por China en 1959. Tenzing dijo estar orgullosa de "ocupar el trono" porque esto le dará "la oportunidad de expresar que el Tíbet no es parte de China, que debe ser libre". Este discurso estaba antes de la coronación en la boca de las otras cuatro concursantes.

A pesar de ser un evento casi amateur, desde su nacimiento en 2002 ha sufrido presiones por su corte político. No sólo por China. También la recibe por parte del Gobierno en el exilio y los sectores budistas más conservadores, que aunque están interesados en dar a conocer su causa, creen que un concurso de belleza no es la forma adecuada. "Imita a la cultura occidental y es contrario a las tradiciones y valores budistas", ha dicho en varias ocasiones el respetado primer ministro en el exilio, Samdhong Rimpoche.

El concurso se realiza en Dharamsala, una pequeña ciudad al pie del imponente Himalaya. Allí se estableció hace ya casi 50 años el Gobierno tibetano en el exilio desde que el Dalai Lama huyó seguido por unas 150.000 personas según estimaciones de ONG. Ahora ahí podrían vivir unos 7.000 de los 120.000 tibetanos asentados en India, la mayoría ya nacidos allí, según los mismos cálculos.

Precisamente el Dalai Lama con su tono conciliador, apoyó más bien indirectamente Miss Tíbet. "Es un asunto menor, dejémosles realizarlo", dijo ante un grupo de periodistas internacionales en Nueva Delhi. Con una sonrisa agregó "pero para ser equitativos debería realizarse un Mister Tíbet".

Aunque el director del concurso, Lobsang Wangyal, intenta convencer de que es un evento ante todo social y cultural. "La intención es dar voz a las mujeres tibetanas, dar a conocer sus talentos y aspiraciones", dice. Eso sí, la invitación a participar en Miss Tíbet sólo está abierta a las pocas mujeres tibetanas que miden más de 1,65 metros. Además, deben pesar menos de 60 kilos y querer desfilar en bañador ante unos 70 hombres, principalmente tibetanos o indios, poco acostumbrados a ver mujeres descubiertas.

Las chicas deben bailar danzas tradicionales con el traje típico. También hay una ronda en la que muestran sus "habilidades artísticas". Aquí tres concursantes bailaron imitando a la cantante colombiana Shakira. La última, que recitó un poema sobre la belleza interior, fue abucheada por la ruidosa audiencia de unas 2.000 personas, compuesta sobre todo por jóvenes tibetanos nacidos en el exilio.

A pesar de estas manifestaciones, las asociaciones de mujeres no han criticado el concurso. "Es una forma de promover nuestra causa. Todas las plataformas son válidas", explica B. Tseringla, presidenta de la Asociación de Mujeres Tibetanas. Aunque agrega que el concurso no perdería nada al quitar el desfile en bañador.

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