Entre Le Pen y Berlusconi
Crispación en Suiza ante el ascenso del ultranacionalista Christoph Blocher, adalid de la mano dura con la inmigración
A una semana de unas elecciones legislativas cruciales en Suiza, el avance imparable de la derecha nacionalista ha llevado al sistema político helvético a una crispación sin precedentes. Las calles de las ciudades de este país se encuentran empapeladas con carteles en los cuales un señor de 67 años sonríe confiado. El eslogan reza: "Apoye a Blocher. Vote UDC". Este cartel reemplaza a otro, mucho más polémico, en el que podía verse a tres ovejitas blancas sobre una bandera suiza que daban una patada a una oveja negra, a la que sacaban del cuadro. Tan explícito mensaje llamó la atención de Naciones Unidas por su "contenido racista y xenófobo".
El polémico mensaje estuvo en el origen de una batalla campal entre unos 10.000 partidarios de la UDC-SVP y varios miles de activistas de movimientos izquierdistas, antiracistas, ecologistas y pro-derechos humanos en las calles de Berna, la capital federal, durante el fin de semana pasado. Los manifestantes de la derecha nacional marchaban hacia la plaza del Parlamento cuando los militantes izquierdistas les salieron al paso. Saldo: 48 heridos y destrozos por valor de decenas de miles de euros.
El partido rechaza el término 'nacionalista' al conllevar "hostilidad". Prefiere el de 'patriota'
Más de 100.000 inmigrantes viven y trabajan sin papeles en el país
El hombre sonriente y confiado que posa en los carteles electorales de la derecha nacionalista es Christoph Blocher. Ocupa el cargo de consejero federal de Justicia y Policía -equivalente al de ministro del Interior en España- y es una de las siete personas que forman el Consejo Federal, la institución que dirige los destinos de Suiza, una de las más antiguas y sólidas democracias del planeta. Blocher es el alma y el cerebro de la UDC-SVP, el partido más fuerte de Suiza: según los últimos sondeos, más del 28% de los electores respaldarán a esta formación el domingo próximo.
La creciente influencia del UDC-SVP, cuyo presidente es Ueli Maurer, ha puesto a este país en el ojo de la atención mundial. ¿Pero quiénes son los partidarios del hombre que ha situado a Suiza en "el corazón de las tinieblas de Europa?", según la expresión de un diario británico? El motivo: este partido nacionalista es percibido como racista y xenófobo.
Entre sus iniciativas se encuentran propuestas para deportar a los menores delincuentes extranjeros junto con toda su familia, la prohibición de construir minaretes en las mezquitas y una reducción radical de las ayudas a los inmigrantes. A ello se suma el control estricto de los demandantes de asilo, así como la derogación de las leyes que prohíben el discurso racista por considerarlo "una represión de la libre expresión".
Uno de cada cuatro suizos (el 26,7 % exactamente) está de acuerdo con estas tesis."Tenemos posiciones duras y evocamos cuestiones delicadas y muy emocionales, como el tema de la inmigración", explica a este diario Yvan Perrin, vicepresidente de la UDC-SVP. Por supuesto, no acepta la etiqueta de derecha nacionalista: "El término nacionalista implica hostilidad hacia otros países, lo que no es el caso. Preferimos el término patriotas, dado que no atacamos los valores de los demás, sino que defendemos los nuestros". A pesar de que se muestran partidarios de mantener a Suiza fuera de la Unión Europea, niegan serle hostiles, "pues es nuestro principal socio comercial".
Una de las principales obsesiones del partido UDC-SVP es el temor a la inmigración islámico-musulmana y el hecho de que, según Perrin, "más del 70 % de los presos en las cárceles suizas son extranjeros". Oskar Freysinger, controvertido y carismático diputado de esta formación, remacha el clavo: "Los musulmanes seguirán entrando en Europa hasta obtener la masa crítica que les permita ejercer una influencia política directa. Ese día podremos decir adiós a Europa". El vicepresidente de la UDC-SVP tampoco se muerde la lengua cuando afirma que "el riesgo de islamización de Europa es real. Estamos viviendo lo que pasó en el año 1492 a la inversa".
Más de 100.000 inmigrantes viven y trabajan en Suiza sin papeles. Entre ellos se estima por lo menos en 15.000 el número de latinoamericanos que trabajan en negro en el servicio doméstico. ¿Qué propone la UDC-SVP al respecto? "No se les puede deportar, eso es inviable", explica Perrin, "pero tampoco creemos en las regularizaciones masivas que sólo generan un efecto llamada. Europa deberá acostumbrarse a convivir con una bolsa de trabajadores grises e invisibles".
Yvan Perrin resume así el credo de su partido: "Nos sentimos apegados a valores tradicionales anclados en nuestra tradición judeo-cristiana". El diputado Freysinger profundiza: "Estoy contra el aborto, a favor de la inmigración controlada y elegida, contra la legalización y el tráfico de drogas y contra el matrimonio homosexual". El diputado se define como "un hombre de derechas en los valores y liberal en lo económico". Su partido se pronuncia igualmente por un retorno al papel tradicional de las mujeres, a saber: "El hogar y la familia".
¿Blocher es comparable a líderes ultras como el francés Jean-Marie Le Pen o el austriaco Jörg Haider? "La amalgama que los diarios europeos hacen de ChristophBlocher con ellos es comprensible, vista desde el exterior", responde Perrin, "ya que muchas de las preocupaciones de ellos son también las nuestras. Pero, aunque la pregunta es la misma, la respuesta es distinta", replica.
Alain Rebetez, influyente analista político y responsable de la información parlamentaria de la televisión suiza, se muestra de acuerdo. Según él -poco sospechoso de cercanía ideológica al controvertido líder-, "Blocher no tiene nada que ver con un Haider o un Le Pen. Yo lo situaría más bien dentro del mismo saco que un personaje como Berlusconi, quien es también un peligro para la democracia". En opinión del periodista, "la UDC-SVP representa a la derecha patriótica o soberanista, pero entre sus dirigentes hay un segmento compuesto de auténticos racistas y xenófobos".
Perrin, por su parte, se declara cercano a la UMP de Nicolas Sarkozy. "No hay ninguna diferencia entre las propuestas hechas por Sarkozy y las de Blocher: control de la inmigración, liberalización de la economía, trabajar más para ganar más. Es lo mismo. Se resume en: control y seguridad".
"Blocher es mucho más razonable, fino y complejo que los líderes de la derecha extrema europea", explica el analista Rebetez. "Es alguien que, como Berlusconi, no ha dudado en pagar de su propio bolsillo campañas enteras. Blocher y Berlusconi han creado partidos a su imagen y semejanza y han logrado poner al Estado al servicio de sus propios intereses. Eso es lo verdaderamente temible, y no que quiera deportar algunos magrebíes o balcánicos".
Las apuestas ante las elecciones son altas. Según Yvan Perrin, se trata de "ganar 100.000 nuevos votantes". Pero el vicepresidente de la UDC-SVP afirma: "No se trata tanto de crecer, como de consolidarnos". Si Christoph Blocher no fuera reelegido para el Consejo Federal, el partido "pasaría a la oposición", según Perrin. Pero las encuestas no ofrecen un gran margen de duda respecto a la posibilidad de que eso llegue a ocurrir.
Blocher ha dicho que le provocan "dolor de estómago" las normas que condenan la discriminación racial y el negacionismo. Pero, ¿quién es realmente este político? Nació en una familia modesta de 11 hermanos. Fue campesino antes de estudiar Derecho. Años más tarde tomó las riendas de una industria química que parecía condenada a la ruina y, a base de deudas y de asumir riesgos, logró reflotarla y crear mucho empleo.
Ese factor de capitán de industria tiene un gran peso, en particular entre sus numerosos votantes de la Suiza de habla alemana, dado que se le ve como un hombre de negocios y no como un ideólogo, muy próximo al espíritu protestante.
En los años noventa tomó las riendas de la UDC, entonces un partido minoritario. Bajo su dirección, esta formación se convirtió en la primera fuerza política del país, superando a sus más directos rivales, el Partido Radical y los socialistas. En 1979, Blocher obtuvo su primer escaño en el Consejo Nacional y, desde 2004, es miembro del Ejecutivo.
El domingo próximo, la formación política animada por Blocher no solo podría ganar las elecciones legislativas, sino que él mismo quedaría bien situado para convertirse en presidente de Suiza el 1 de enero de 2009, puesto que la presidencia del país rota anualmente entre cada uno de los miembros del Consejo Federal.
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