La posibilidad de otra historia
El rigor histórico sobre la Revuelta Irmandiña enmarca el juego de rol en vivo más grande de España
"Las Revueltas Irmandiñas no fueron una guerra nacionalista, sino más bien de clases, de los siervos contra los nobles". Quien se explica es Jacobo Otero, de la asociación 13Negativo, y, junto a Xurxo Iglesias, autor de Irmandiños: A Revolta, "el juego de rol en vivo más grande de España". Patrocinado por la Xunta, la segunda edición de Irmandiños reunió a 500 personas durante el primer fin de semana de septiembre en el castillo de Monterrei.
"A nosotros nos gusta definirnos como un equipo especializado en la organización de juegos de rol en vivo", dice Otero. Antes de que, en 2006, la Dirección Xeral de Xuventude, que dirige el nacionalista Rubén Cela, se pusiera en contacto con 13Negativo para la organización de Irmandiños, ellos habían montado, con el Ayuntamiento de Santiago, Vampiro. La mascarada. "Como se convirtió en un éxito, nos abrió las puertas para colaborar con Xuventude".
La segunda Revuelta Irmandiña, en 1467, fue el momento escogido por 13Negativo para situar la acción de la partida. "En ese momento, los señores feudales regresan a Galicia para librar la batalla final contra la Santa Irmandade a las puertas de Santiago", indica Otero. El rigor histórico lo garantiza el trabajo de los autores de Irmandiños junto a los profesores Anselmo Carreira y Carlos Barros, quizás los mayores expertos en historia irmandiña. "A partir de ese hecho histórico, trasladamos la acción a Monterrei y nos preguntamos: '¿qué pasaría si retrocediésemos en el tiempo y abriésemos la posibilidad de cambiar la historia?", argumenta Jacobo Otero.
A semejanza de los acontecimientos históricos, en el juego la gleba se subleva contra la nobleza. De un lado los irmandiños y del otro los malfeitores, como el campesinado denominaba a los ejércitos nobiliarios. "Cada jugador escogió de que ejército formaba parte", asegura Iglesias, "y el único límite era el de plazas, 250 irmandiños y 250 malfeitores". "Irmandiños no se puede presentar como un enfrentamiento entre Galicia y España, porque nunca se planteó así, ni es históricamente verdadero", afirma Otero.
"Se trata de un juego realmente complejo", puntualiza Otero, "que no tiene absolutamente nada que ver con el Monopoly; hubo gente que viajó desde Asturias con sus armaduras, hay un esfuerzo enorme detrás". Se refiere también a los más de seis meses que Iglesias y él se pasaron documentándose, escribiendo el libro de 80 páginas que acompaña el juego y recorriendo Galicia en busca de localizaciones. "Por cierto, ni contradecimos la historia, porque vencieron de nuevo los nobles, ni somos los irmandiños del siglo XXI; los irmandiños eran del siglo XV", concluyen.
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