Llull acribilla a los Raptors

Los equipos de la NBA ya no despiertan la admiración y el asombro de antaño. Ya no extraña ver esas complexiones atléticas, esos contraataques fulgurantes que acaban con los jugadores por los aires, metiéndola para abajo. No extraña, porque ya no quedan tan lejos. Las distancias entre el baloncesto europeo y el de la mejor Liga del mundo se van acortando. Especialmente cuando, como en el caso de los Toronto Raptors, se carece de un jugador de referencia en la Liga. de una de esas superestrellas en torno a las que gira su merchandising.No, ayer los aficionados no abandonaban el Palacio de los Deportes sorprendidos por lo que habían visto en las filas de los Raptors. Ni siquiera lamentaron que su mejor jugador, Chris Bosh, no hubiera podido participar. Lo que les sorprendió fue el número 23 de su equipo, un base de 19 años, de nombre Sergio Llull, que mostró un cuajo y una madurez a la hora de dirigir a su equipo impropia de su edad. Un Llull que condujo a los madridistas a la victoria frente a todo un equipo NBA, la quinta que consigue el baloncesto europeo y la tercera del baloncesto español, tras la del Barcelona frente a Filadelfia el año pasado (104-93) y la más reciente de Unicaja ante Memphis (102-99).

El equipo de Plaza logró la tercera victoria de un equipo español sobre un conjunto de la NBA

Este tipo de partidos de exhibición suelen prestarse a la tibieza. El Madrid, sin la tensión defensiva que le ha caracterizado desde que Joan Plaza se hizo cargo del banquillo, se dejó llevar al principio por la fiesta, por el ambiente NBA, por las cheerleaders y salió dormido. Un parcial de 9-0 favorable a los Raptors parecía sentar las bases de una victoria sencilla de los canadienses. TJ Ford, su velocísimo base, impuso su ritmo acelerado desde el comienzo. Bargnani y un Nesterovic irreconocible, por lo recuperado desde el Eurobasket, hacían mucho daño en la pintura.

En cuanto a los españoles de los Raptors, Garbajosa se mostró muy enchufado en un principio, aunque luego se fue diluyendo junto con su equipo. Calderón, por su parte, estuvo irregular, tanto en el tiro como a la hora de darle fluidez a su equipo. Los dos, sin embargo, cuentan ya con una ascendencia en el equipo que les hace imprescindibles en el esquema de Mitchell.

Pasados los momentos de espesura, el Madrid encontró el tono. Apareció sobre la cancha Llull, y su dirección le dio al equipo velocidad y dinamismo. Un buena señal para un grupo que, de confirmarse la progresión del balear, y con Tunceri y Raúl López, va a tener una de las mejores ternas de bases del baloncesto europeo. Smith, un sorprendente Sekulic y el de siempre, Bullock, tomaron la responsabilidad anotadora. Del trabajo sucio, de la brega debajo de los tableros, se encargó Papadopoulos.

El marcador se mantuvo igualado hasta el último cuarto. Entonces, con todo por decidir, Plaza premió a Llull y dejó que tomara las riendas. No le defraudó. Dos triples, un robo de balón y su acierto en los tiros libres sellaron el choque a favor de los blancos.