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Reportaje:

Tráfico de cocaína en sillas y 'chupachups'

La Brigada de Estupefacientes detiene a 13 supuestos 'narcotapiceros' y desmantela tres laboratorios ilegales en Madrid y Toledo

La cocaína colombiana llega a España escondida en los más variopintos lugares. Desde hace años, los narcos se sirven de todo tipo de artilugios -muñecas de porcelana, crucifijos, cuadros...- para escamotear la droga de las fuerzas del orden y meterla en suelo español y, desde aquí, parte de ella suele ir a países europeos. La Policía Nacional desveló ayer el último invento en escondrijos de los narcos: cocaína oculta en caramelos con palo (los populares chupachups) y en tapicerías de sofás, sillas y otros enseres.

A comienzos de este mes, la Brigada Central de Estupefacientes ha desmantelado tres laboratorios clandestinos (en las localidades madrileñas de El Molar y Parla, y en la toledana de Seseña) que eran utilizados por una banda para recuperar la droga que traían de Colombia impregnada en tapices de sillas. En el caso de los chupachups, los narcos cortaban por la mitad el caramelo y llenaban de cocaína el hueco interior. La policía mostró ayer cientos de chupachups de los empleados por la banda.

Los arrestados usaban productos químicos para extraer la droga de las tapicerías

No sólo han sido desmantelados los citados laboratorios: en la operación han sido detenidas 13 personas, la mayoría de origen colombiano, aunque también hay españoles, venezolanos y una portorriqueña.

El director general de la Policía y la Guardia Civil, Joan Mesquida, felicitó ayer a la Brigada de Estupefacientes por esta operación. Y se refirió a los detenidos como "narcotapiceros". El proceso de infiltración de la droga en los tapices de esos enseres se hacía en Colombia. Y luego llegaba a España en barcos, dentro de contenedores que arribaban a puertos de la Comunidad Valenciana. Y desde aquí, por carretera, eran trasladados a los citados laboratorios de Madrid y Toledo para su extracción mediante procesos químicos. Los citados laboratorios estaban preparados para recuperar diariamente unos 5,5 kilos de cocaína infiltrados en las tapicerías. En el mercado negro, cada kilo de cocaína se traduce en unas ganancias para los narcos de unos 35.000 euros.

En los registros practicados en las casas de los detenidos y en los laboratorios, los agentes se incautaron de 35 kilos de cocaína recuperada tras el oportuno tratamiento químico. Los agentes intervinieron en los laboratorios, aparte de sillas, sofás y piruletas, unos 500 litros de productos químicos -etilacetato, hexano, metiletilcetona, ácido sulfúrico, ácido clorhídrico, amoniaco y alcohol-. Y recipientes vacíos de diferentes tamaños, jarras con escala, papel filtro, básculas, probetas, embudos, extractores de humos, un hornillo eléctrico y ventiladores, empleados para recuperar la cocaína. El proceso no consistía sólo en extraer la coca: la banda también disponía de útiles para secarla y embalarla.

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Los detenidos se cuidaban mucho de la policía. El laboratorio de El Molar está situado en un chalé enclavado en un paraje rural que permitía el control de los accesos por parte de sus ocupantes. Para detenerles fue necesaria la intervención del Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la Policía. Se trata de personas muy peligrosas.

Las investigaciones se iniciaron el pasado mayo. A los investigadores les extrañó que un grupo de personas de nacionalidad colombiana mostrara interés en adquirir grandes cantidades de productos y sustancias químicas. Se les identificó y se comprobó que ninguno de ellos desarrollaba actividad que pudiera justificar la utilización de ese tipo de productos químicos. Les siguieron la pista y encontraron los laboratorios.

A uno de los narcos se le intervino en su casa una pistola además de 40 plantas de marihuana.

Una agente de la Brigada de Estupefacientes inspecciona parte del material incautado.
Una agente de la Brigada de Estupefacientes inspecciona parte del material incautado.EFE

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