Ajuste de cuentas transoceánico
Un robo de cocaína en Colombia, origen del tiroteo de Fuengirola
Las casi 20 balas que mataron a John Edwin Rebolledo y a otros dos hombres que le acompañaban el 11 de septiembre en Fuengirola (Málaga) se cargaron a 8.000 kilómetros de distancia. "Todo comenzó en Colombia, por la desaparición de varios kilos de cocaína de un cargamento", explican fuentes cercanas al caso. De hecho, la Policía tiene constancia de que han producido otras muertes en ese país por el mismo asunto. Aquella noche, los dos bandos quedaron en Fuengirola para "rendir cuentas". Pero la explicación no resultó satisfactoria y una de las facciones enfrentadas zanjó el asunto a tiros.
El cuñado de John Edwin Rebolledo, Alexander Jiménez, de 27 años y con antecedentes policiales por tráfico de drogas, es de momento el único encarcelado por los tres crímenes, aunque no ha reconocido haber participado en el tiroteo de la urbanización Monte Cañada de Fuengirola. Los investigadores creen que Manuel Carmona, español de 19 años, le ayudó prestándole la motocicleta en la que acudió al encuentro. Sospechan que Carmona, en libertad con cargos, estaba cerca del lugar del tiroteo, pero no creen que disparase.
En apenas 15 días, la Policía se ha juntado con los expedientes de cinco muertes por aparentes ajustes de cuentas ocurridos en la Costa del Sol. El 26 de agosto un motorista con el rostro cubierto mató de un disparo en la cabeza a un ciudadano estonio mientras tomaba una copa en el bar The Point, en Marbella.
El 2 de septiembre , los bomberos de Estepona encontraron el cuerpo de un hombre en el interior de un coche calcinado en un polígono industrial.
Los tiempos para resolver estos casos son más amplios que un homicidio habitual, ya que los investigadores primero han de identificar a la víctima y después bucear en el submundo del crimen organizado para conocer los negocios en los que andaba y encontrar a sus enemigos. Los primeros indicios apuntan a que el asesinato que se produjo en Marbella también está relacionado con el robo de un cargamento de droga. El de Estepona llevará más tiempo por los problemas de identificación de la víctima.
El caso de Fuengirola ha sido atípico. Antes de morir, John Edwin Rebolledo tuvo tiempo de dar los nombres de sus dos agresores. Una vez detenidos éstos, lo único que faltaba era averiguar el motivo de los asesinatos, las cuentas pendientes.
Los implicados nunca han hablado a la Policía de cocaína, sino de dinero, aproximadamente entre 70.000 y 90.000 euros. "Es lógico que no reconozcan que viven de la droga. No son tontos y saben que además de homicidio les puede caer tráfico de estupefacientes", explica un inspector jefe que ha bregado durante décadas con el crimen organizado de la Costa del Sol. "De todas formas para ellos, la droga es sinónimo de dinero".
El entorno de los implicados ha reconocido a los investigadores que Alexander buscaba a su cuñado para reclamarle "un dinero" que le había pedido que le guardara. Según esta versión, el cuñado lo escondió en un altillo y cuando fue a buscarlo advirtió que se lo habían robado. Alexander no se creyó ni una palabra de esta versión del dinero robado. Antes del tiroteo, hablaron en varias ocasiones, pero no se pusieron de acuerdo. Alexander quería que su cuñado le devolviese el dinero y John Edwin juraba que no lo tenía. El 11 de septiembre se le agotó la paciencia.
Fuentes policiales consultadas definen a Alexander como "un verdadero killer". "No muestra escrúpulos ni apego alguno por la vida", añaden. La Policía colombiana le relaciona con varios crímenes cometidos en Colombia y la española sospecha de su participación en otras muertes producidas en España, aunque hasta el momento no han encontrado pruebas que lo vinculen directamente con dichos asesinatos.
Según los agentes, Alexander y Manuel Carmona habían planeado una coartada. Pensaban marcharse esa misma noche a Madrid y decir que habían estado en un campeonato de boxeo para que no los situaran en el lugar del crimen en el momento de los hechos. Pero algo falló. Uno de los familiares de Manuel contó a la Policía que ese mismo día había estado con él en Fuengirola. Cuando supieron que los investigadores manejaban esos datos tuvieron que volver.
Normalmente, las guerras de bandas surgen cuando algún miembro del crimen organizado decide hacer negocio por su cuenta. "Como tienen trato directo con el vendedor y el comprador deciden renunciar a la organización y crear la suya propia. Los anteriores jefes se ven obligados a defender sus compradores y su negocio, y comienza la guerra", explican agentes consultados. Muchas de esas "malas cuentas" nunca salen a la luz, porque los miembros de las bandas procuran "lavar los trapos sucios en casa". Otras tantas tienen fatales consecuencias, pero pasan años sin esclarecerse.
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