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Reportaje:Catástrofes: lluvia y fuego

La explosiva mezcla que trajo el fango

El 'boom' urbanístico, los incendios y la basura de los cauces provocaron las riadas de Almuñécar

Javier Martín-Arroyo

"A lo mejor la riada se ha llevado la corrupción hasta el mar". El alcalde de Almuñécar, Juan Carlos Benavides, aludía con ironía al mayor desastre que ha afrontado el pueblo en las últimas décadas. Una tremenda tromba de agua provocó la inundación de gran parte de la localidad costera (26.000 habitantes) hace una semana, al desbordarse los dos ríos que la atraviesan. La imparable corriente de lodo y agua dispuso de una peculiar alfombra roja que produjo irremediablemente que los ríos Jete y Seco inundaran las calles con gran violencia.

El boom urbanístico que ha sufrido la localidad ha llevado a que parte de las construcciones hayan invadido la servidumbre de los ríos y estrechado su cauce hasta casi ahogarlo. La acumulación de casas no ha respetado las zonas inundables del municipio y desde las montañas ha creado una especie de embudo que reventó la pasada semana. El nuevo Plan General prevé 30.000 nuevas viviendas, tres puertos deportivos y cuatro campos de golf. La transformación urbanística que planea el Ayuntamiento se ha encontrado con un incómodo obstáculo: El cambio climático acrecienta la posibilidad de que las riadas se repitan.

Junto a las construcciones ilegales, el mayor problema de los cauces es su lamentable utilización como vertedero. "Los cauces se han utilizado como escombreras de obras y esa contaminación se quedará ahora en el lecho del mar", denuncia Fermín Tejero, portavoz de Ecologistas en Acción. En los cauces se han dejado abandonados coches, basura y muebles que provocaron un tremendo tapón en los puentes que impidió al agua llegar al mar el pasado viernes.

Mientras, los incendios han desnudado de árboles los valles cercanos a Almuñécar y el agua arrastra en la riada los sedimentos que las raíces habitualmente mantienen fijadas. "Sólo está el manto en las montañas debido a los incendios. Las consecuencias son terribles", critica José Antonio Bustos, secretario de la Comunidad de Regantes. Bustos censura asimismo el urbanismo desmedido que prevé el nuevo Plan General, que ha recibido unas 8.000 alegaciones. Tejero ha presentado, como portavoz de Ecologistas en Acción, unas 50 denuncias en los últimos años por construcciones irregulares en el término municipal de Almuñécar. "Aquí se construye en zona inundable y no pasa nada. Es un todo vale a cambio del pelotazo urbanístico, cuando el atractivo del pueblo es la vega paisajística", censura.

Mientras los ríos han vuelto a su cauce, las administraciones colaboran en la ardua limpieza con cuadrillas contratadas y maquinaria pesada. El pueblo permanece cubierto por una nube de polvo y barro. En el centro urbano, el acueducto romano refleja aún con nitidez la violencia de la riada y está sumergido en un lodazal de cañas con una profundidad de dos metros. Una barandilla de hierro, un coche e incluso una hormigonera sucumbieron ante la tromba de agua. Tras librarse del fango, el consistorio y los vecinos estudiarán como encajar las próximas riadas.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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