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Ishiguro recibe el premio de novela del Casino de Santiago

"Hay más argumento en los escritores anglosajones, son más anticuados. Los autores europeos, sí hablamos de Francia o Alemania, no parecen contar historias. Por influencia de la II Guerra Mundial, su energía se dirige hacia adentro". Para el autor británico Kazuo Ishiguro (Nagasaki, 1954), que ayer recibió en el Casino de Santiago el Premio Novela Europea 2006 por Never let me go (Non me deixes nunca, en la versión de Eva Almazán que publica Galaxia), los europeos no se identifican con el relato clásico. "Todavía hay muchas cosas que no se quieren examinar", señaló a este periódico entre despacho y despacho de periodistas.

Pese a que el "cautiverio de la razón" -en expresión de Ishiguro- que precedió al conflicto ancla algunas de sus novelas anteriores, tanto las primeras, ambientadas en Japón, como The remains of the day (1989), que luego serviría de guión a James Ivory, Non me deixes nunca fija el relato en un colegio inglés de finales del siglo XX. Los alumnos, educados como élite, son huérfanos estériles. La crítica ha elogiado la delicadeza con la que Ishiguro administra una verdad próxima a algunas antiutopías de la ficción científica.

Ishiguro, encajonado generacionalmente por la revista Granta a comienzos de los ochenta -con Barnes, Amis y McEwan-, encuentra similitudes con su obra anterior. "Utilizo la memoria del narrador", dice. Además, "ningún tema es cuestionable por separado". Si bien la crítica de divulgación ha apuntado el supuesto "clasicismo narrativo" de Ishiguro, también en comparación con sus compañeros de promoción, el autor de A pale view of hills (1982) huelga dignificarse más allá de lo escrito. "Me gustan tanto los rusos como los ingleses del XIX con los que me crié", resume, " y Beckett y Kafka".

Japón y el multiculturalismo

Si hubiera que promover fracturas, antes que el género en sí propone una tradición narrativa contemporánea vinculada al experimentalismo. "No me siento parte de ninguna tradición posmoderna", insiste. Y -con cierta ironía- se asume como un autor "de los que todavía narran".

"Otros escritores pertenecían a un país del imperio europeo y después dejaron de hacerlo; yo no me siento parte de eso. Mis libros no abordan el hecho de pertenecer a un pequeño grupo étnico, como Amy Tan", relata Ishiguro, residente en Londres desde los seis años. "Sí me siento influenciado por la cultura japonesa... Pero Kawabata o Mishima me resultan ajenos. No entiendo ni sus emociones ni sus ideas". Sus códigos sí encajan con la obra más contemporánea de Oé o Murakami.

Ishiguro considera el mercado español "muy abierto" en comparación con el inglés. "No es que no me gusten las traducciones, es que no llego a ellas", bromea. ¿Un autor peninsular actual? "Uno que hizo un bestseller... Carlos Ruiz Zafón".

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