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Las diputaciones de Lugo y Ourense buscan una salida al laberinto administrativo de Os Peares

Si hay un lugar de imprecisión en Galicia, sin duda es Os Peares. Cuatro ayuntamientos, dos provincias y dos ríos generan una nebulosa que emborrona el límite geográfico de este singular paraje de la Ribeira Sacra y sume a los vecinos en la desesperación.

Casi una década lleva el medio millar de habitantes de esta comarca suspirando por una oficina administrativa municipal y autonómica que unifique lo que el ser humano separó. Porque según donde pongas el pie estás en Lugo (Ferreira de Pantón o Carballedo) o en Ourense (Nogueira de Ramuín y A Peroxa), y en ambos casos en un limbo administrativo anticipado por el infierno orográfico de unas carreteras imposibles y el cielo de un paisaje de impresión.

Pero ayer, en el monasterio de San Estevo, corazón de la Ribeira Sacra y del románico - en el término municipal de Nogueira de Ramuín-, los presidentes de la Diputación de Ourense y Lugo, José Luis Baltar (PP) y José Ramón Gómez (PSOE), estrecharon compromisos "dejando a un lado ideologías" y se propusieron "buscar una solución" para la compleja situación de Os Peares.

"Estamos condenados a entendernos", simplificó el lucense abogando por la solución a problemas comunes, como la promoción turística de la Ribeira Sacra que une y separa casi por igual a ambas provincias y la mejora de los servicios para los vecinos de Os Peares, lugar natal del presidente del PP gallego, Alberto Núñez Feijóo.

"Se puede hablar de todo; otra cosa es que lleguemos a acuerdo, o no", señaló el presidente de la diputación lucense mientras el orensano apostillaba: "No hay ningún tema tabú, aunque hasta ahora casi lo era, y vamos a hablar de esto con los alcaldes, porque en el año 2007 alguna solución tiene que haber". Pero ni uno ni otro quisieron concretar la propuesta más allá de un vago "buscaremos la mejor solución".

De momento, ésta parece difícil, ya que más de una década de mandatos del PP en Lugo, Ourense y en la Xunta de Galicia no fue suficiente para encontrar la salida al laberinto administrativo. Hasta el punto, reconocen los vecinos, de que nadie quiere asumir la presidencia del consorcio, que se rota cada cuatro años, y que ha acabado por instalar en el mando, por dos periodos consecutivos, al regidor de A Peroxa.

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Pero ayer, en su pueblo natal, el veterano político orensano arrancó la mejor disposición "y una confianza ciega" al joven socialista, no sólo por "solucionar viejos conflictos" en Os Peares, sino por iniciar una etapa de desarrollo de los dos lados del Sil que dividen a una Ribeira Sacra compartida.

Por el bien de la comarca, ambos dirigentes provinciales se han propuesto cooperar en materia medioambiental, turística y de desarrollo industrial "para alcanzar niveles de prosperidad". "Sin conocerlo de nada lo llamé y fue todo amabilidad y gran receptividad", destacó Baltar de su homólogo lucense. Así que "esto hay que explotarlo", concluyó.

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