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Reportaje:Fútbol | El Camp Nou cumple 50 años

Diez momentos para la historia

Evaristo, Rifé, Rexach, Cruyff, Kiko y Rivaldo evocan los días más recordados en medio siglo del estadio del Barça

Àngels Piñol

Un día de la Merçè de hace 50 años, con la dictadura de Franco en pleno apogeo y sin televisión, el Barça inauguró el Camp Nou. Fue un momento feliz para los barcelonistas, que ya no cabían en el viejo campo de Les Corts. Desde entonces, el Barça ha vivido momentos sublimes y otros amargos. Estos son algunos de los que más huella han dejado.

- El gol de Evaristo. El que fuera el fantástico delantero brasileño Evaristo de Maceda se acaba de retirar como entrenador a los 74 años porque, jocoso, dice: "Es hora que le dedique a mis nietos el tiempo que no les di a mis hijos". Y en ese tiempo robado marcó 173 goles en el Barça. Uno sobresale del resto. El 23 de noviembre de 1960 marcó uno de cabeza que dio la vuelta al mundo. Fue el primer gran gol del Camp Nou y la imagen encerraba la belleza del fútbol: un balón y dos hombres tendidos en el aire, con las cabezas casi acariciándose. El gol, en el minuto 82, era el 2-1 y supuso la eliminación del Madrid de los octavos de final de la Copa de Europa. "Ha habido otros muchos goles bonitos pero no forman parte de la historia del club. Y éste sí: era ante el gran rival y evitaba que ganara su sexto campeonato europeo", recuerda Evaristo, que guarda las fotos del gol en su casa.

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Charly Rexach opina igual. Tenía 14 años, era infantil y estaba con su padre en el campo gracias a las entradas que les regalaba el club. Josep Maria Fusté, entonces cedido a Osasuna, amigo de Evaristo, dice que se jugó la cabeza. "Pero es que con el pie no hubiera llegado. Tuve suerte", replica el brasileño restando épica. Evaristo jugó en Les Corts y vivió con "ilusión" la mudanza al Camp Nou: "Era un estadio inmenso. Me sentía como en casa y jugaba muy tranquilo. La gente nos ayudaba", cuenta. Afincado en Río, se siente orgulloso de haber iniciado la fascinación entre los brasileños y el Barcelona: "Fui el primero y me siento feliz".

- El escándalo Guruceta. A Rifé aún le duele en el alma haber protagonizado el penalti más escandaloso del Camp Nou. Sucedió el 6 de junio de 1970, cuando el Barça recibió al Madrid en la vuelta de cuartos de la Copa (2-0 en la ida), dirigida por Emilio Guruceta. "Tenía experiencia y personalidad. Queríamos que nos arbitrara, sobre todo fuera de casa, pero cada vez quería más protagonismo", le describe Rifé. Pero aquel partido se jugaba en el Camp Nou. Rexach marcó el 1-0 y la cosa pintaba bien. Pero el Madrid interceptó un ataque y Velázquez se fue hacia Reina. Rifé le persiguió y el madridista acabó derribado. "Fue falta y al rodar pensé que era penalti", admite Velázquez, "pero después de verlo siempre reconocí que la falta debió ser a 30 o 40 centímetros del área. El línier confundió al árbitro: no vio bien la jugada porque venía de atrás".

Rifé aún se enciende: "Cuando vi que señalaba penalti a casi un metro del área, pensé que los árbitros siempre pitaban a favor de un equipo y era el Madrid. ¡No fue ni falta! Le quité a Velázquez el balón limpiamente". Pero Guruceta no dudó y el Camp Nou estalló. "El penalti no fue y se lio del todo cuando luego no nos señaló otro muy claro a favor", recuerda Rexach. Eladio fue expulsado y varios azulgrana amenazaron con dejar de jugar. El público acabó invadiendo el césped y la policía cargando. "Lo peor es que Guruceta, 15 días después, decía que habría actuado igual", lamenta Rifé. Guruceta jamás volvió a pitar en el Camp Nou.

Charly dice que la leyenda de Guruceta creció por su tozudez, por no reconocer el fallo. Pero Fusté, también en el campo, tuvo este privilegio en privado: "Coincidimos dos meses después en un restaurante de San Sebastián. Y admitió que no era penalti, pero insistía: 'Sí chico, pero en ese momento vi lo que vi'. Era un tío fantástico y un poco tozudo. No quiso bajarse del burro. Es lo único que le puedo criticar".

- El embrujo de Cruyff. Era el 23 de diciembre de 1973 y Johan Cruyff marcó uno de los goles más memorables del Camp Nou. Rexach centró desde la derecha y el holandés saltó, se suspendió en el aire y batió a Reina, portero del Atlético. "Fue un gol de una gran belleza. Casi es un orgullo para mí que lo metiera Cruyff, que ha sido el mejor del mundo. Creí que iba a echar la pelota hacia atrás o centrar y la metió por el primer palo", cuenta el ex guardameta. "El centro de Rexach normalmente habría ido fuera", evoca Cruyff. "Pero la defensa la dejó pasar y pude saltar y marcar. Fue un gol importante porque empezamos a despegar y la Liga ya fue nuestra".

El Barça conquistó el título por primera vez en 14 años tras encadenar 23 partidos sin perder, entre ellos el legendario 0-5 de Madrid. Los niños, entre ellos Joan Laporta, que entonces tenía 10 años y vio el gol desde la tercera gradería, se aprendieron la alineación del Barça de carrerilla. El gol de Cruyff simboliza el renacimiento de un club que empezaba a poner los cimientos del futuro tras haber logrado que se levantara el veto a los extranjeros. Si Kubala se asocia a Les Corts, más de la mitad de la vida del Camp Nou está ligada a este hombre que combatió con títulos (la Champions y cuatro Ligas, como entrenador) el endémico victimismo culé. Cruyff es el punto de encuentro con la directiva de Agustí Montal, que le fichó, y la de Laporta. Nadie escapó al embrujo del holandés. Ni siquiera Josep Lluís Núñez, artífice de su fichaje como entrenador. El Camp Nou no se entiende sin Cruyff y viceversa. "Tengo mucho cariño a este estadio y cuando pienso en dos momentos se me pone la gallina de piel", bromea.

- El oro olímpico. Con su natural desparpajo, Kiko, entonces delantero del Cádiz, se fue hacia al árbitro, que era suramericano y, casualidad o no, le hizo caso. Kiko acababa de marcar en el minuto 90 el 3-2 para España ante Polonia en la final de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 y el colegiado permitió sacar del círculo central y silbó el final. Fue el mayor éxito del fútbol español tras la Eurocopa de 1964.

El Camp Nou, un escenario nada habitual para la selección, no escapó de la ola de entusiasmo olímpico. El estadio ha mantenido una relación gélida con el equipo español, que no ha vuelto al campo azulgrana desde entonces. Desde 1960 hasta 1975 acogió cinco partidos y en los 80 tres amistosos con éxito nulo. Pero los Juegos fueron otra historia. Eran algo muy barcelonés y la gente los sentía, como recuerda Charly, muy suyos. "Era raro. El campo estaba lleno de banderas españolas. Y no es fácil que 90.000 tíos vayan a ver a unos sub 23", cuenta Kiko.

Tras jugar la fase previa en Valencia, el Camp Nou aguardó la final excitado tras ver por las pantallas el oro de Fermín Cacho en los 1.500 metros. La cosa no fue bien: Polonia marcó y Abelardo empató a falta de media hora, justo cuando los Reyes, que no se perdieron un oro, aparecieron en el palco. Quedaban 18 minutos y Kiko recuerda que robó el balón y marcó (2-1). Pero Polonia empató y en el minuto 90... "El Chapi Ferrer, que no lo había hecho en su vida, metió un centro; yo busqué la chilena y fallé; tiró Luis Enrique y mientras me lamentaba, el rebote me vino al pie. El portero salió y dos polacos más estaban en cada palo. No sé si estaba iluminado: pero hay veces que lo ves todo fuera y otras que sólo ves red".

- Las Ligas del 'dream team'. Hubo tres días en la historia del Camp Nou que cambiaron la del Barça. "Dejamos de ser un club perdedor", solía explicar Joan Laporta, hoy presidente. Él también vivió desde la grada la felicidad generada por el dream team, un equipo que puso el mundo a sus pies y que jugó de maravilla en un campo donde se ganaron tres Ligas consecutivas en el último aliento. "Hicimos lo que teníamos que hacer: ganar nuestro partido", recuerda Zubizarreta, el portero de una generación de barcelonistas que empezó a vivir en el cielo la tarde del 7 de junio de 1992 (Barça-Athletic, 2-0), siguió disfrutando la del 20 de junio de 1993 (Barça-Real, 2-0) y el 15 de mayo de 1994 (Barça-Sevilla, 5-2) llegó al éxtasis. Zubi, Koeman, Guardiola, Bakero, Stoichkov, Laudrup, el irrepetible dream team, ganaron en casa, ante los ojos de los socios, las dos Ligas que el Madrid se dejó en Tenerife y la que el penalti fallado por Djukic le negó al Deportivo en Riazor.

Fueron partidos en los que la grada estuvo más cerca que nunca del campo y de los jugadores. "Nos enterábamos de lo que pasaba porque la grada nos iba informando", recuerda Ferrer.

Tres tardes en las que en el vestuario se generó la convicción de que Cruyff era Dios. Por eso Angoy y Txiki Begiristain se arrodillaron a la puerta del vestuario del técnico tras el fallo de Djukic. Txiki asegura que tras la primera Liga de Tenerife todo el equipo tenía una superstición: "Yo me cambiaba el reloj con Chencha, una amiga de Andorra", explica el hoy director deportivo. Hasta Josep Lluís Núñez pareció humano, emocionado en el palco. Las tardes del Dream-team, de un equipo que como pocos en la historia del Barcelona hizo vibrar al Camp Nou.

- La chilena de Rivaldo. Es jueves por la tarde, el AEK de Atenas está a punto de empezar el entrenamiento y Rivaldo, junto a su entrenador, Llorenç Serra Ferrer, responde con una sonrisa cuando escucha la pregunta sobre su famosa chilena ante el Valencia, el 17 de junio de 2001, que rompía el empate en el minuto 88 y clasificaba al Barça para la Champions (3-2). "Me acuerdo mucho de ella. Cuando me llaman desde Barcelona o voy allí, la gente me pregunta ¿Y la chilena ante el Valencia?", explica el futbolista, afincado en Grecia desde hace cinco años. Fue una jugada de dibujos animados: Frank de Boer envió un pase largo a Rivaldo, que controló el esférico con el pecho, lo elevó dos metros por encima de su cabeza y desplegó, entre dos centrales, una estilizada chilena que hizo inútil la estirada de Cañizares. La pelota entró limpiamente y Rivaldo se quitó la camiseta: "Me quedé loco". Mientras empezaba una carrera por el campo perseguido por todo el equipo, Rexach, entonces técnico del Barça, cerraba los puños incrédulo, toda la grada botaba de alegría y el presidente Joan Gaspart, en medio de un palco que daba saltos, miraba al cielo lanzando un alarido. "Creo que olvidó que tenía al lado al presidente del Valencia", añade el delantero. "Cuando se acabó el partido, tuve que irme corriendo al vestuario porque el campo se llenó de gente y todos querían tocarme. Hubo quién se llevó la red de la portería como si fuera una canasta de baloncesto y el campo quedó un poco pelado".

El campo sufrió una invasión de público y hasta hubo fotos premiadas de una pareja estirada en el césped besándose. "Parecía que habíamos ganado un título", dice Rivaldo mientras ve la jugada en un ordenador. "Sí, fue un gol que quedó para la historia. El partido fue muy emocionante y ante un gran rival. Primero marqué dos goles y luego la chilena. Cuando me acuerdo, me conecto a Internet y me pongo contento al verla", dice. Rivaldo confiesa que ha intentado alguna vez otra jugada así, pero que no siempre salen: "De hecho, aquel día estaba muy lejos de la portería cuando me llegó el balón y tuve que chutar muy fuerte. Pero creo que Dios aquella noche estaba conmigo y quería que el Barça llegara a la Champions".

- La pesadilla de Figo.

Quizá ocurrió porque la gente le quería demasiado. Pero pocas veces el Camp Nou se convirtió en un lugar tan diabólico como la noche del 21 de octubre de 2000, cuando Figo regresó como madridista. Fichado en 1995, el portugués era un jugador adorado por su entrega, su eficacia y su identificación con el club. Fue él quien invitó a Núñez y Louis Van Gaal a dejar el Barça. Y entonces pidió mejorar su contrato sin sopesar que había elecciones y todas las decisiones congeladas. "Núñez se quiso ir con la caja con dinero y por eso no le atendió", cuenta Rexach. "La gente no sabe bien la historia", le defiende Josep Maria Fusté. Y Figo negoció con Florentino Pérez, candidato del Madrid, pensando que no ganaría las elecciones. Y el día 23 de julio se encontró con esta situación: o le pagaba 5.000 millones de las antiguas pesetas o tenía que vestirse de blanco. "Aquella noche", cuenta Charly, "me llamó desesperado pidiendo hablar con Gaspart para que lo arreglara".

No hubo solución. Se había hartado de decir en verano: 'Tranquilos: el 24 de julio estaré en el Camp Nou'. Pero estuvo en el Bernabéu. Sintiéndose traicionada, la afición le preparó un recibimiento brutal. Cayeron al césped botellas, cayeron teléfonos móviles, cayó de todo. Y en el clásico de noviembre de 2002 cayó la cabeza de cerdo más famosa del mundo del fútbol. El partido llegó a ser suspendido y el Barça se libró al final, gracias a una reforma federativa, del cierre por dos partidos. "Fue peor con Kubala, cuando se marchó al Espanyol. Aunque quizá no se notó tanto en el Camp Nou porque tenía muchos incondicionales", dice Fusté.

Figo lanza un córner en el Barça-Madrid de 2002, el del lanzamiento de la cabeza de un cochinillo.
Figo lanza un córner en el Barça-Madrid de 2002, el del lanzamiento de la cabeza de un cochinillo.CARLES RIBAS

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