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Columna
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Pensamiento crítico

En toda Europa las formaciones radicales situadas a la izquierda de la socialdemocracia han pasado del 10% al 5% de los votos. Y en todos los países se debate sin excepción su relación con los partidos de la Internacional Socialista, el eje de cualquier opción de izquierdas que quiera cambiar las cosas. Salvo los momentos de majadería de Anguita (que utilizaba la palabra italiana sorpasso para definir su delirio) la izquierda de matriz comunista debate el tipo de colaboración con los partidos socialistas. Cataluña, Andalucía y Madrid son los lugares del principal granero de votos y militantes de la izquierda radical española. Cuando los andaluces llegaron a tomar las riendas de IU tuvieron un momento de fulgor y un sostenido declive posterior que les ha llevado a mínimos históricos. Siguen atados al mismo debate sobre su relación con el PSOE, aunque esta vez no es el rechazo a la colaboración sino la intensidad de la misma lo que lleva a Izquierda Unida a la lucha fratricida que tan bien conocen. Si en España, para Alcaraz, "Llamazares ha sido el bolso de Zapatero", su aliado en Andalucía, Diego Valderas, es visto por los críticos de la organización como complaciente con el Partido Socialista. La radicalidad no tiene fin, siempre hay alguien más a la izquierda.

A pesar de las bajadas en votos e influencias, el grupo dirigente del PCE y de IU es el mismo desde hace 20 años, si exceptuamos las diferentes depuraciones. Los Frutos, Alcaraz, Llamazares, Valderas, Caballero y compañía repiten una vez tras otra en diferentes puestos y listas. La aspiración de IU por representar a la radicalidad urbana le hizo adoptar medidas más en la tradición de Los Verdes alemanes que de las organizaciones comunistas, como la limitación en la acumulación de cargos orgánicos y en los mandatos sucesivos en un mismo puesto institucional. La norma se aplicó con rigor al adversario interno y se trocó en rotación con el amigo, que pasaba de un parlamento a otro o a un ayuntamiento según conviniese. De ahí que los nombres sigan en primera fila. Es difícil, claro, representar a los militantes de ONG y del llamado movimiento alternativo si son los mismos cansinos dirigentes los que adoptan las decisiones. Ningún joven que todavía sueñe con la revolución se puede sentir representado por gente talludita con decenas de años en el cargo. Quizás por lo dicho antes resulta llamativa la retirada de Antonio Romero, bastante poco creíble en un personaje como él, tan dado a las declaraciones y tan amigo de la política de peso, aquella que mide el éxito de lo que hace por la cantidad, aunque sean boutades. Se autodefinió alcalde moral de Málaga, donde nunca ganó las elecciones municipales, que lo hizo Celia Villalobos, pero no se sabe por qué procedimiento él pensaba que estaba destinado a gobernar la ciudad. Los que somos del Atlético de Madrid sabemos qué son las victorias morales: una derrota tras otra. Es difícil pensar que se vaya a trabajar de jornalero, que es su oficio. Al menos por la edad y por la forma física.

En Sevilla IU tiene el lío de costumbre con los mismos actores para la comedia de enredo. Concha Caballero quiere utilizar una argucia burocrática para que no le apliquen la limitación de mandatos que mandó a sus casas a tantos dirigentes. Eso sí, dice abanderar el sector crítico, pero no se sabe qué es lo que se critica, aunque no parece que pueda representar un pensamiento alternativo quien pretende seguir en el carguete más tiempo. Y curiosamente se convierte en árbitro del debate interno el mayor diletante de la política andaluza, Juan Manuel Sánchez Gordillo, que también es alternativo pero lleva 30 años en el machito. Ahora dicen que es su hora, porque quizás nadie recuerda que el líder de la CUT ya fue parlamentario autonómico, justo cuando simultaneaba el cobro de su salario como maestro con el de diputado sin darse cuenta, según aseguró. Mientras tanto IU parece querer mandar a la calle a su candidato a la presidencia de la Junta. Es la única organización que de manera voluntaria parece que no quiere que su candidato a la presidencia sea diputado. Debe ser que el pensamiento crítico ha alcanzado tales grados de sutileza y profundidad que los ciudadanos normales no alcanzamos a comprenderlo.

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