Cuando la ópera viene de Oriente
I mpulsada por el Romanticismo, la ópera empezó en el siglo XIX a buscar en Oriente argumentos coincidiendo en el tiempo con el momento en el que el continente asiático empezaba a hacerse permeable a la música occidental. Una permeabilidad impuesta, en la mayor parte de los países, por la metrópoli colonizadora, pero que en Japón, que no fue colonizado, se dio de forma voluntaria ante la creencia de la superioridad de Occidente. Fue el emperador Meiji (1852-1912), quien modernizó Japón convirtiéndolo en una potencia industrial de Asia, el que abrió, de par en par, las puertas de su país a la música de Occidente. Bajo su gobierno, se encomendó a la institución musical oficial Kunaicho, consagrada a la música tradicional, estudiar música clásica occidental y en la reforma del sistema educativo emprendido a partir de 1871 se introdujo el canto como asignatura en la escuela.
Gracias a la calidad de algunas de sus temporadas, Japón ha empezado a exportar sus montajes operísticos
"Los cantantes crean compañías para poder cantar en las que ellos se pagan los montajes"
"En Japón todavía siguen teniendo la idea de que todo lo que viene de fuera es mejor"
Un siglo y cuarto después, Japón trabaja denodadamente para obtener reconocimiento internacional para sus temporadas de ópera. Actualmente, ya no sólo exporta, junto a Corea y China, ingentes promociones de cantantes que, como inmigrantes líricos, buscan en Europa y Estados Unidos hacerse un hueco en el mundo de la ópera, sino que, gracias ala calidad de algunas de sus temporadas, ha empezado a coproducir montajes con teatros extranjeros y a venderles a algunos incluso sus propias producciones. Ejemplo de esta vitalidad nipona lo hallamos esta temporada en la programación del Liceo de Barcelona, en cuyo cartel figuran dos montajes procedentes de dos teatros de Tokio. Uno, la producción de la ópera de Giordano Andrea Chénier, del Nuevo Teatro Nacional de Tokio, dirigida escénicamente por el francés Philippe Arlaud, abre este martes el curso lírico en el coliseo barcelonés protagonizada por el tenor argentino José Cura, la soprano estadounidense Deborah Voigt y el barítono español Carlos Álvarez bajo la dirección del israelí Pinchas Steinberg.
El segundo de los montajes procedente de Japón, que se verá en el Liceo en marzo y abril de 2008, es la versión del director de escena canadiense Robert Carsen de Tannhäuser, de Wagner, coproducida por la compañía Tokio Opera Nomori, el mismo Liceo y la Ópera de París, que se estrenó el pasado marzo en la capital japonesa. Tokio Opera Nomori (textualmente, bosque lírico de Tokio) es la última de las compañías operísticas creada en Japón y la más internacional. Fue fundada en 2003 por el célebre director de orquesta japonés Seiji Ozawa, actual director musical de la Ópera de Viena, con el propósito de producir montajes líricos de categoría internacional y no tener que importarlos.
Inició la Tokio Opera Nomori su andadura en 2005 como una suerte de festival de un mes de duración que se celebra a principios de la primavera en el auditorio Bunka Kaikan, situado en el popular bosque de Ueno de la capital japonesa, de ahí el nombre. Desde entonces, la compañía, que agrupa músicos japoneses y cantantes occidentales de prestigio, ha producido tres óperas: con el festival Maggio Musical Fiorentino, Elektra, de Richard Strauss (2005); con la Ópera de Viena, Otello, de Verdi (2006), y el Tannhäuser de este año con la de París y la de Barcelona. En 2008 coproducirán de nuevo con la Ópera de Viena Evgeni Oneguin, de Chaikovski. El gran prestigio de Ozawa ha posibilitado estas coproducciones con importantes teatros y festivales de Europa lo cual permite a la compañía no sólo compartir los gastos de los montajes, sino también exportarlos y así prestigiar internacionalmente su imagen.
La difusión de la ópera
en Japón ha tenido hasta época reciente sus principales adalides en los cantantes que hicieron carrera en el extranjero. Yoshie Fujiwara fue el pionero. Él fue el primer gran tenor de Japón y adquirió celebridad al protagonizar en 1930, con su propia historia de triunfador, la primera película sonora dirigida por Kenji Mizoguchi, No Furusato (El país natal). En 1934 fundó la Fujiwara Opera, compañía con la que representó óperas por todo Japón, integrada desde 1981 en la Japan Opera Fundation junto a la Nihon Opera Kyokai, creada en 1958 con el objetivo de fomentar la creación y popularización de óperas basadas en la tradición cultural japonesa.
La Nikikai Opera, creada en 1952, es otro de los diversos ejemplos de compañía impulsada por cantantes, en este caso cuatro: la soprano Harue Miyake, la contralto Sizuko Kawasaki, el tenor Mutsumu Shibata y el barítono Teiichi Makayama. En 1977 se constituyó como fundación para poder sobrevivir ante los elevados costes que supone montar óperas. Actualmente cuenta con 2.300 cantantes asociados. Ésta es la fórmula más común en Japón para que los cantantes que no han emigrado tengan oportunidades de actuar en representaciones operísticas en su propio país.
"En Japón hay muy pocas oportunidades para los cantantes del propio país, por eso cuando estudiamos no nos podemos permitir soñar que algún día llegaremos a cantar ópera", explica la soprano japonesa Miki Mori, residente en España desde 1995. Los numerosos estudiantes de canto que anualmente se gradúan en las universidades de Japón cuentan con pocas posibilidades de profesionalizarse. "La mayor parte de los que deciden no marcharse acaban convirtiéndose en profesores de música y a los que no, sólo les queda la posibilidad de formar una compañía en la que los propios cantantes se pagan los montajes", cuenta. Ella, como la mitad de los graduados de su promoción, en total 60, optó por viajar a Europa para ampliar su formación. "Veo con orgullo cómo cada vez hay más músicos japoneses por todas partes. Sólo lamento lo frustrante que para muchos ha sido la que debía ser una gran esperanza, el Nuevo Teatro Nacional de Tokio. El Gobierno se gastó un montón de dinero y en los 10 años que lleva funcionando los repartos se han llenado con cantantes, directores de orquesta y directores de escena de fuera".
El Nuevo Teatro Nacional, creado para promocionar las artes no tradicionales de Japón, como la ópera, el ballet, la danza contemporánea y el teatro, se inauguró en 1997 y desde entonces ofrece temporadas estables de ópera de una categoría estándar internacional. Y ello le ha sido reconocido al ser admitido como el único socio no europeo de Opera Europa, que agrupa a un centenar de teatros y festivales de 30 países. En su décimo aniversario, estrena nuevo responsable artístico, el director de orquesta japonés Hiroshi Wakasugi, quien sustituye en el cargo al austriaco Thomas Novohradsky, muy contestado por los cantantes locales por haber suprimido los dobles repartos que les ofrecían más oportunidades de poder cantar papeles secundarios en el primer teatro de ópera de Japón. Wakasugi anunció en su presentación que buscaría fórmulas para dar más cabida a los cantantes japoneses.
En su primera temporada en el cargo, la proporción de directores de orquesta y de escena japoneses frente a los extranjeros es de un 40% y a algunos cantantes locales se les ha confiado papeles protagonistas. Así, en su próximo debut en Tokio, en enero con la ópera La bohème, la soprano española María Bayo tendrá al tenor japonés Sano Shigehiro dándole la réplica como Rodolfo. Aunque para la gran mayoría de los papeles protagonistas el teatro sigue contratando a cantantes extranjeros.
"Para conseguir un estándar alto, los roles principales de una ópera deben ser interpretados por cantantes consagrados y en Japón todavía siguen teniendo la idea de que todo lo que viene de fuera es mejor", afirma el barítono Carlos Álvarez, uno de los tres protagonistas de la producción de Andrea Chénier que presenta el Liceo y que, inicialmente, él debía haber estrenado en Tokio en noviembre de 2005 si una súbita enfermedad no se lo hubiera impedido. Álvarez cantó por primera vez en Japón en 1993 acompañando al Teatro de la Zarzuela de Madrid en una gira. En 1999 volvió con la compañía del Teatro Comunale de Bolonia (Italia) y en 2004 protagonizó en el Nuevo Teatro Nacional de Tokio Macbeth. "Se trabaja igual que en Europa", afirma, y añade: "Son gente muy disciplinada y responsable, con la que me he sentido muy cómodo".
La mezzosoprano canaria Nancy Fabiola Herrera, que ha cantado en este teatro Così fan tutte y Carmen, alaba la profesionalidad de la compañía y su capacidad para aprovechar el tiempo del ensayo hasta el último minuto. "Trabajan a destajo", afirma. El director de orquesta Miguel Ángel Gómez Martínez, que ha dirigido tres producciones, entre ellas, el estreno del montaje de Andrea Chénier, no duda en poner a la orquesta del coliseo, la Filarmónica de Tokio, a la que califica de "muy buena", de ejemplo. "Son músicos disciplinados, prestan atención a lo que se les dice y con ellos siempre se avanza". El también director de orquesta David Giménez, quien dirigió en Tokio a su tío el tenor José Carreras cantando ópera antes de que se inaugurara el nuevo teatro, afirma que éste ha permitido dar a la ópera en Japón un gran paso adelante al pasar de importar siempre a producir ellos mismos los montajes.
Cambio de imagen
EL DIRECTOR artístico del Liceo, Joan Matabosch, no duda en calificar de "contundente" el primer desembarco en el coliseo lírico barcelonés de producciones operísticas procedentes de Japón. "Gracias a la apertura, hace una década, del Nuevo Teatro Nacional de Tokio, la programación de ópera en la capital japonesa se ha normalizado con la existencia de una temporada estable con repartos de categoría internacional. La creación posterior de la compañía Tokio Opera Nomori ha reforzado esta normalidad y como consecuencia han empezado a coproducir con teatros extranjeros". Matabosch considera que en el futuro los alquileres de producciones japonesas por parte de teatros de ópera europeos y las coproducciones con ellos se incrementarán. "Han pasado de comprar ópera hecha con calidad invitando a compañías extranjeras a hacerla ellos. Es un paso cualitativo importante que está cambiando la imagen que teníamos de Japón". L. M.
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