Un triángulo voraz
Pandur, Blanca Portillo y Nacho Duato dan una vuelta de tuerca a 'Las amistades peligrosas'
Por segunda vez en su historia y para celebrar los tres decenios de actividad, el Centro Cultural de la Villa se embarca en Barroco, una gran producción teatral que se estrena el próximo miércoles y cuenta con la dirección del esloveno Tomaz Pandur y la coreografía de Nacho Duato, inspirados en la novela del siglo XVIII Las amistades peligrosas, de Pierre Choderlos de Laclos, y el texto Cuarteto, del dramaturgo Heiner Müller. El plantel de actores lo componen Blanca Portillo, como la Marquesa de Merteuil; Asier Etxeandía, el Vizconde de Valmont, y Chema León, un ambiguo e inquietante personaje: Barroco-El Navegante.
Sobre unos textos de Darko Lukic y el propio Pandur, la obra cuenta con música original del grupo Silence (interpretada por la Orquesta Escuela Sinfónica de Madrid); escenografía de Numen y diseños de vestuario de Angelina Atlagic; creadores que vienen, respectivamente, del diseño arquitectónico y de la moda.
"Los actores son atletas del corazón", asegura el director y autor de la obra
El argumento se desarrolla, en palabras de Pandur, "en un boudoir o tocador de señoras, donde un ménage à trois se convierte en un cuarteto. Un juego elegante y sangriento de belleza y crueldad". Anteriormente, el Centro Cultural de la Villa sólo se había aventurado en una producción, hace 19 años: El hombre deshabitado, de Rafael Alberti, dirigido por Emilio Hernández (que entonces dirigía este escenario de la plaza de Colón).
Tomaz Pandur entra en detalles sobre su montaje: "Tenemos un elenco de primera línea y a Duato en la coreografía, con quien antes ya trabajé en el espectáculo Alas en la Compañía Nacional de Danza". También Pandur destacó la importancia de producir, "como alternativa básica para que el teatro pueda pervivir".
Barroco abre a Pandur un horizonte nuevo en su vida profesional y artística: "Lo que hacemos cada día en los ensayos es buscar la verdad: eso es el teatro". Y con respecto al elenco, aclara: "Barroco ha sido desde el principio un proyecto pensado y gestado en función de una actriz: Blanca Portillo. Puedo decir que estaba enamorado de ella antes de conocerla. Todo ha funcionado sobre ruedas y ella ha abierto la puerta de la inspiración para mí. Luego, Asier encontró a Valmont, y luego entró Chema León, cuyo personaje es muy peculiar. Ser el tercero en un triángulo es ya muy fastidiado, no sólo en el teatro, también en la vida".
Los ensayos han sido agotadores y de gran entrega: "Encontrar las emociones justas: ése es el propósito, y aquí ha habido una química tremenda, rebuscando en los recovecos del alma", explica el director esloveno.
"Tengo una preocupación profunda por el teatro en mi ciudad, en mi país y en general. Que aparezca Tomaz Pandur en mi vida es un regalo, pues yo quiero aprender; quien pierde la capacidad de aprender está muerto", confiesa Blanca Portillo. "Llevo tiempo peleándome para trabajar con directores que me interesen, y lo que he hecho es poner a disposición de este espectáculo todo lo que llevo en mi mochila, sin pudor y sin miedo. Además, con Asier como Valmont, creo que somos la pareja del siglo". Asier, con una timidez casi adolescente, asegura: "Es muy difícil separar el teatro de la vida; para bien o para mal, esto es así. El teatro es necesario tanto en el actor como en el espectador". Para Chema León, "no es sólo un viaje profesional, sino vital".
Pandur recuerda las obras que ha inspirado la obra de Laclos -desde el filme de Roger Vadim de 1959, con Jeanne Moureau y Gerald Philipe, hasta los más recientes de Forman y Fread- para argumentar su versión: "Además de la novela, intenté armar una base de referencias en la arquitectura, la moda, el cine... No tengo ninguna pretensión de hacer algo historicista".
'Barocco-barocco'
El barroco desde su vertiente neo se puso de moda en los años ochenta del siglo pasado, y surgieron muchos filmes, libros y teorías. El asunto no era nuevo, pero quien lo cristalizó con mejor fortuna fue el británico Stephen Calloway en su monumental Barocco-barocco, quien apunta certeramente que, si hay un barroco que extrapolar al mundo moderno, ése es el del estilo rococó, su última expresión antes de caer bajo el neoclasicismo tras las críticas de Voltaire. Pero el rococó es mucho rococó, y se extendió como una plaga galante por toda Europa hasta principios del siglo XIX. Preguntado por esta cuestión de filología estilística, Tomaz Pandur elude una respuesta concreta y califica al rococó de "desviación del barroco".
El caso es que la novela de Laclos es un producto tardo-rococó al cien por cien y el propio Müller acuñó la frase "sangriento rococó".
La asociación del barroco con el exceso, ya reconocida y seguida en tiempos victorianos, encuentra en 1924 eco en un libro magistral y esclarecedor: Southern barroque art, de Sacheverell Sitwell, que recoge una frase de su hermano Osbert: "La época barroca fue, de verdad, una época de experimentación, y solamente por esta razón las nuevas generaciones deben mirarlo con renovado interés". Calloway indica finalmente que "el barroco-barroco contemporáneo es híbrido, referencial y la expresión de un temperamento creativo, además de una manera artística o un hábito de vida".
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