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Columna
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Tancredi ha vuelto

Miquel Alberola

El ex ministro Jordi Sevilla acaba de descartar la posibilidad de que el PSPV busque una salida al muermo antes de las elecciones generales mediante un congreso extraordinario. Tampoco se sabe si él lo prefería así, pero los que desde siempre están en el tejemaneje sólo contemplaban ese escenario. Prefieren resolver la crisis según la cultura que le es propia a la organización, es decir, un castizo apaño en el que, como si fuera una extrapolación metafísica de la caldera de Gilet (que es el extracto gastronómico del congreso de Alicante), haya de nuevo para todos y permita mantener todas las componendas que ha estructurado el colectivo de intereses orgánicos que apelmaza al partido. El pícaro Tancredi ha vuelto a espolear la fina melancolía del príncipe Di Salina. Y ahí está de nuevo el gatopardesco Josep M. Cataluña, quien ha jurado que se llevará todos los secretos del PSPV a la tumba (y más le vale al electorado que así sea). Incluso, ofreciéndose para liderar esa nueva etapa, el ojival Joaquim Puig (quien ha pasado tanto tiempo en el Palau de la Generalitat que aparece en los murales de los estamentos del Saló de Corts de Joan de Sariñena). La vieja treta de que quien se postula acaba formando parte de la ejecutiva se renueva y, a la vez, revela la trampa en la que se está convirtiendo un proceso que tenía que sacudir al partido de su coma electoral y desarraigarlo de la oposición, que es su ecosistema natural desde 1995. De nuevo, la solución a la crisis que se perfila es la fórmula que ha propiciado la crisis. Un modelo en el que el reparto ciega cualquier posibilidad real de cambio. Porque lo sustancioso es el control de la estructura y no la seducción del voto. Este sistema, en el que la aritmética interna consume más energías que la reflexión hacia fuera, no sólo ha alejado al partido de la realidad sino que ha acabado privándole de la aportación de quienes en otro tiempo le suministraron ideas y papeles de futuro. Pero como para el cínico y voraz Tancredi, el futuro sólo es el pasado envuelto con una casaca garibaldina. ¿Una sola candidatura que aglutine, como se repite con postizo altruismo? Mejor dos y que la alternativa rompa la estructura en pedazos. A no ser que a lo único que aspira el PSPV es a aglutinar masocas electorales. Porque el amplio electorado que en tiempos lejanos le dio mayorías se encuentra cómodo al otro lado del abismo.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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