"Como ciudadanos tenemos poder y podemos utilizarlo"
Anuncia su nuevo disco, a siete años del último. Un trabajo gestado entre Galicia y Portugal, poco más de 20 años después de su lanzamiento como cantante y compositora.
Pregunta. ¿Veinte años no es nada?
Respuesta. Puede. Creo que sigo siendo la misma rapaza con la misma ilusión que comencé en la música y con los mismos objetivos. La música es un elemento fundamental para la comunicación entre las personas y sigo creyendo en ella como herramienta imprescindible.
P. Arrancas subida al carro del éxito y no te has bajado de él. ¿Es como vivir en el cielo?
R. De alguna manera sí. Fue llegar un día con la guitarra debajo del brazo a un festival en Carballo, en Bergantiños, ganar y no parar. De todas formas, vengo de una familia donde la música es un estado natural y aquello significó abandonar los estudios de filología francesa para bien del mundo de la enseñanza.
"Mi nuevo disco es un trabajo muy especial ligado a los universos y a la sonoridad del Atlántico. En él soy menos cantante y más intérprete"
"Soy demasiado libre para someterme a una organización piramidal, no aguantaría dentro de una estructura de partido"
P. Y para bien de la música gallega.
R. Espero que sí.
P. ¿Cantas para que te amen?
R. Sí, probablemente sí. La música tiene un cierto poder transformador y la gran virtud de llegar al corazón de las gentes. Cuando alguien viene y me dice que mi música le conmueve o le hace feliz, resulta maravilloso.
P. ¿Qué es más difícil, escribir una buena canción de amor o encontrar un amor duradero?
R. [Suspira y resopla entre sonrisas] Seguramente un amor duradero, porque no sólo depende de ti.
P. Usted es una persona comprometida con Galicia, con las mujeres, con la música, con la cultura, con la lengua gallega... ¿No son muchos amores?
R. Esos amores me hacen ser un poco promiscua, pero son compromisos que asumo de un modo natural. La verdad es que en algunas ocasiones, si lo pensara dos veces, a lo mejor no lo haría, sin embargo, tenemos ese deber como ciudadanos, como músicos, como personajes visibles, pensando honestamente que tu voz representa a otros muchos que no pueden hacerlo.
P. ¿Siempre soñaste con el triunfo?
R. Siempre aspiras a cantar para cuanta más gente mejor, llegar lo más lejos posible pero con una buena base de calidad, eso es evidente.
P. ¿En este mundo de lo efímero, qué es el triunfo?
R. Es algo engañoso, sobre todo cuando se produce un éxito fulminante y corres el riesgo de perderte en la marabunta de la popularidad. Para mí el triunfo es ser feliz o aproximarse lo más posible a la felicidad.
P. ¿Cuál es la sal de la vida?
R. La amistad.
P. ¿Cuántas veces cantó para olvidar un desengaño?
R. Para eso es muy bueno coger la guitarra y componer. Del desamor, del sufrimiento también nacen buenas canciones. Decía Pessoa que las cartas de amor son siempre ridículas. Para cantar al amor o al desamor hay que hacerlo muy bien para no ser cursi.
P. ¿Prefieres seducir o convencer?
R. Seducir.
P. ¿Si miras al mar, que ves?
R. Es para mí fuente de inspiración. Veo el infinito, la profundidad, el viaje, el puente hacia otros lugares que amo, como Brasil. Es fuente de vida y está muy presente en mis canciones.
P. ¿Queda lejos Nunca máis?
R. No, creo que no. Cambiaron las circunstancias pero aquel fue un momento histórico para Galicia. Fue un ejemplo de responsabilidad cívica por parte de los gallegos y las gallegas, que se sumaron a un movimiento tan especial. Demostramos que la sociedad también tiene poder transformador y eso permanece.
P. ¿Qué aprendimos de aquella experiencia solidaria?
R. Que como ciudadanos libres tenemos poder y podemos utilizarlo. Y que, además, tenemos recursos frente al poder político. Personalmente aprendí muchas cosas y estoy muy orgullosa de haber participado en ello.
P. ¿Si no fueras compositora y cantante, estarías dedicada a la política?
R. No tengo mucha vocación. Soy demasiado libre para someterme a una organización piramidal, no aguantaría dentro de una estructura de partido.
P. ¿Este es el siglo de las mujeres?
R. Yo creo que sí. Es la gran revolución del siglo XXI. Las mujeres estamos reinventando un mundo que espero más justo.
P. La cultura gallega es una gota en un océano. ¿Sobreviviremos?
R. De un lado está el problema de la lengua, que es muy complejo, pero por otro yo creo mucho en las peculiaridades culturales, en las identidades, y eso sí sobrevivirá porque ahí somos muy fuertes.
P. Este otoño será el de tu nuevo disco. ¿Qué nos ofreces ahora?
R. Es especial, ligado a los universos y a la sonoridad del Atlántico, a lugares de Portugal, Brasil, Cabo Verde, Galicia... Interpretado muy próxima a las gentes. En él soy menos cantante y más intérprete.
P. ¿La fusión es una forma de supervivencia para la música gallega?
R. Por ahí pasa el futuro, por el contacto con un mercado natural, que es el nuestro, y que está aquí, al lado, y no lo vemos. Llevo años en esa batalla, por convicción y porque tarde o temprano se abrirán esas puertas atlánticas para la cultura gallega.
P. ¿Sigues siendo de Sanguiñeda o ya eres de todo el mundo?
R. De Sanguiñeda por encima de todo.
LA VOZ GALLEGA UNIVERSAL
A Uxía Domínguez Senlle le basta el nombre de pila como identificación artística y personal. Vino al mundo en Sanguiñeda, una parroquia de Mos, en 1962 pero empezó a ser popular a mediados los ochenta, siempre con la lengua gallega como bandera. En 1995 su álbum 'Estou vivindo no ceo' fue reconocido por la crítica europea como uno de los mejores del año y le dio proyección internacional. Tras el hundimiento del 'Prestige' se convirtió en portavoz de la plataforma Nunca máis y en una figura de referencia ciudadana. Estos días da los últimos retoques a su nuevo disco en unos estudios de Sintra, Portugal, rodeada de músicos y cantantes portugueses, caboverdianos, brasileños y gallegos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.