Alcohol y adolescentes

Al abrir EL PAÍS del domingo 2 de septiembre me encontré con un díptico del Gobierno de España sobre el tema del alcohol y los adolescentes. Exhalé un suspiro de alivio. ¡Por fin parece que se deciden en las alturas gubernamentales a afrontar esta lacra social con una campaña masiva! Lástima que haya sido tan tarde.

En mi caso ya van para veintitantos años que tomé consciencia de la gravedad de este tema cuando tuve constancia de que algunos de mis alumnos de entonces, de 8º de EGB (de 14 a 16 años) se emborrachaban sistemáticamente sin ningún tipo de control los fines de semana en bares de la "movida", en la ciudad universitaria canaria de La Laguna. En aquella época, mi denuncia pública contra estos bares, aprovechando mi cargo de presidente de una asociación vecinal, sólo sirvió para recibir la incomprensión, el desdén y la descalificación del alcalde, del gobernador civil y del dirigente juvenil local socialista, "por ir contra el derecho de los jóvenes a divertirse".

Luego, ya se sabe, la "movida" estudiantil de las ciudades universitarias derivó en botellón juvenil masivo, que alcanzó hasta el último pueblo de nuestra geografía, llegando a ser un grave problema de salud de nuestros jóvenes e incluso de orden público.

Hoy, por fin, parece que algo está cambiando y se va tomando consciencia del enorme problema que tenemos, y los pocos que lo advertimos y clamamos en el desierto durante décadas vemos que por fin se nos da la razón. Pero ya tenemos una generación muy dañada por la dejadez irresponsable de muchos durante años. ¡Qué pena que siempre se afronten los problemas cuando se han agravado y no cuando están en sus inicios! Parece que nos empeñamos en olvidar que siempre sale más barato y es mejor prevenir que curar.