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Trabajo financia la formación de jóvenes en Cabo Verde, Guinea Conakry y Ghana

Jesús Caldera ha exportado ya su proyecto de escuelas taller a ocho países africanos

El ministro de Trabajo, Jesús Caldera, volvió ayer a África para acordar la financiación de dos nuevas escuelas taller en Cabo Verde y en Guinea Conakry. Los trabajadores formados en estas escuelas, según el plan de Caldera, podrán esperar en su país a que empresarios españoles soliciten sus servicios, ahorrándose el riesgo de alcanzar la tierra prometida en un cayuco y sin papeles. En total, el ministerio financia 12 escuelas taller en el África subsahariana. Caldera se entrevistará hoy con representantes de Ghana.

Este es el cuarto viaje a África del ministro Caldera en lo que va de verano. Entre julio y agosto estuvo en Senegal, Malí, Mauritania, Gambia y Guinea-Bissau. En total, el Ministerio de Trabajo financia 12 escuelas taller que impartirán clases a un millar de alumnos al año. Caldera está convencido de que su programa para exportar el modelo español de formación profesional a algunos de los países más pobres del mundo será un "nuevo éxito" de la política de inmigración del Gobierno. "No hay dinero mejor invertido que éste", aseguró.

Caldera se reunió ayer por la mañana con su homólogo caboverdiano, Sidónio Fontes. Ambosfirmarán un acuerdo que permitirá a los trabajadores de ambos países acumular las pensiones que perciban en uno u otro Estado. Lo más probable es que la escuela-taller de Cabo Verde forme a personal especializado en rehabilitación de edificios. Algo que no sorprende a poco que se recorran las calles de Praia. La capital es una aglomeración de casas desvencijadas.

Cabo Verde es un país rico si se lo compara con otros estados del África occidental. La OCDE lo acaba de elevar al estatus de país de renta intermedia. Con 450.000 habitantes, más 800.000 repartidos por el resto del mundo, las remesas de los que emigraron son su primera fuente de ingresos. La segunda es la ayuda internacional. En tercer lugar se sitúa el turismo. Decenas de españoles han visto aquí grandes oportunidades de negocio. Como Antonio Medina, un canario de 43 años que se dio cuenta de que en Cabo Verde nadie fabricaba hielo. Montó su empresa, Puro Gelo, hace cuatro años y le va tan bien que ya piensa en abrir sucursal en más países. Medina, que emplea a 10 trabajadores fijos y ocho indirectos, todos caboverdianos, opina que el plan Caldera es una iniciativa "interesante". Pero a él, que tanto le ha costado formar a sus empleados, le parece que peca de dar la espalda a los empresarios: "Debieron avisarnos de esto", afirma.

A media mañana, Caldera se vuelve a subir al avión, rumbo a Guinea Conakry. "Nada que ver con Cabo Verde. Ahora veréis lo que es África de verdad", advierte el personal de la embajada. El ministro saluda a las autoridades guineanas -no son las mismas que la última vez que se entrevistaron; cosas de la inestabilidad política- y se sube al coche oficial. Por la ventanilla se ven kilómetros y kilómetros de poblados de chabolas. Poca cosa, al parecer, se puede hacer aquí con una escuela taller. Pero Caldera insiste en que el plan funcionará, "porque la manera de acabar con las mafias y el tráfico ilegal consiste en ayudar a las empresas a contratar a los inmigrantes". Y enseguida matiza que lo importante no es el dinero. "Las cosas empiezan a ir mejor cuando estos países se han sentido comprendidos y respetados", afirma.

Jesús Caldera conversa con el presidente de la República de Cabo Verde, Pedro Verona Pires, en Praia.
Jesús Caldera conversa con el presidente de la República de Cabo Verde, Pedro Verona Pires, en Praia.EFE
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