El ejemplo italiano
Los últimos casos de muerte súbita reabren el debate de los controles médicos que no están legislados en España
Un deportista profesional tiene más del doble de posibilidades de sufrir una muerte súbita que un joven de su edad. Los últimos incidentes ocurridos en los campos de fútbol -entre ellos, la muerte del sevillista Antonio Puerta y del zambio Chaswe Nsofwa, de la Segunda División israelí- han reabierto el debate sobre los controles médicos de los deportistas. Joseph Blatter, presidente de la FIFA, advirtió en 2004, tras la muerte de cuatro futbolistas en cinco meses por paradas cardiacas, de que los electrocardiogramas no bastaban. "Debemos realizar mejores controles", dijo.
Pero en las grandes ligas europeas esta petición pasó totalmente inadvertida. Sólo hay una excepción: es el caso de Italia, país pionero en los controles médicos -obligatorios por ley desde 1971-. España sufre un vacío legal al respecto. La exhaustividad de los exámenes depende del servicio médico de cada club. Lo mismo pasa en Francia e Inglaterra. Alemania, en cambio, ha seguido el camino de su vecino italiano.
Kanu y Fadiga, descartados en el Inter, jugaron sin problemas en Inglaterra
"Nuestro sistema ha reducido las muertes súbitas en un 98%", afirman desde el CONI
Según todos los expertos en cardiología consultados, el modelo a seguir es el de Italia, que aprobó la ley "sobre la tutela sanitaria de las actividades deportivas" por la que todos los que quieran practicar un deporte de competición tienen que obtener un certificado de idoneidad deportiva. Es decir, someterse a un control médico que prevé un electrocardiograma, una prueba cardiorrespiratoria y un examen de la orina. "Si el médico, que obligatoriamente tiene que estar especializado en medicina deportiva, encuentra algo sospechoso puede pedir ulteriores pruebas", explica Fabio Pigozzi, cardiólogo, médico deportivo y miembro del Comité Olímpico Internacional. "La responsabilidad no es del atleta, sino del médico. El que no tenga el certificado no puede federarse", sentencia. La idoneidad se obtiene anual y gratuitamente hasta los 18 años. Cumplida la mayoría de edad, el coste es de 100 euros. Para los futbolistas de Primera, Segunda y Tercera División, los controles son semestrales y prevén, además, un ecocardiograma, exámenes de sangre y el test de esfuerzo máximo.
"El control preventivo nos ha permitido reducir las muertes súbitas en un 98%. El año pasado fallecieron en los campos de fútbol cuatro personas de los 6 millones de deportistas federados", asegura Maurizio Casasco, presidente de la federación italiana de médicos deportivos y miembro del Comité Olímpico Italiano (CONI). Casasco asegura que las anomalías cardiacas se pueden detectar. "No sé lo que ha pasado con Puerta, es difícil juzgar las cosas desde lejos. Yo creo que el problema de los otros países es el sistema. En Italia con 8 ó 9 años ya estás pasando controles médicos y cuando llegas a los 20 tienes un historial médico larguísimo. Lo que los médicos no detectan en el primer control lo pueden detectar en el siguiente", explica. Él vio como el CONI interrumpió la carrera deportiva de Domenico Fioravanti, campeón olímpico en natación, que sufría miocardiopatía hipertrófica. "Se le tuvo que parar por ley". Lo mismo ocurrió con Nwankwo Kanu y Khalilou Fadiga, que iban a fichar por el Inter, pero los médicos lo impidieron. El primero no tuvo ningún problema para jugar en el Ajax de Holanda y luego en la Premier. Y el segundo se fue al Bolton después de que el Inter, tras someterlo a tres operaciones, le diera la carta de libertad. Durante un entrenamiento se desmayó y se le implantó un desfibrilador automático. Siguió jugando.
El caso de Fadiga es especialmente significativo, porque antes de pasar por el calcio y por la Premier jugó en el Auxerre francés. Compartió vestuario con Johan Radet, un lateral izquierdo de 30 años, que fichó este verano por el Estrasburgo. Pero no llegó a ser presentado con su nuevo equipo porque los médicos le detectaron una miocardiopatía hipertrófica y pusieron fin a su carrera. "Se me vino el mundo abajo, pero me dije que había tenido suerte de que no me hubiera pasado nada antes", comentó el jugador. En el Auxerre no le habían detectado ninguna malformación en el corazón. En el Estrasburgo, sí. Y es que en Francia hay un vacío legal parecido al que sufre España. Cada club tiene la obligación de comunicar a la federación los exámenes médicos a los que están sometidos los jugadores de Primera y Segunda, pero lo hace bajo su responsabilidad. Es decir, no existe ningún control por parte de nadie. Tampoco hay uniformidad porque cada equipo tiene su propio material médico, sus propios aparatos y decide qué tipo de pruebas son necesarias.
Gerald Asamoah sufre la misma anomalía cardiaca que Radet. Pero se la detectaron con 20 años y ahora, con 28, sigue jugando. El actual jugador del Schalke 04, internacional con Alemania, se desmayó en 1998 en un partido con su equipo de entonces, el Hannover. Los médicos del club decidieron llevarlo a una clínica de Washington y durante cinco días fue sometido a una serie de pruebas médicas hasta que se descubrió la causa de su desvanecimiento. Su tabique interventricular era seis milímetros más grande de lo normal. En Alemania, donde los controles médicos son obligatorios por ley desde 1999, la federación de fútbol es la que se encarga de averiguar si se cumplen las normas reclamando a cada club un examen cardiológico exhaustivo y exámenes de sangre. Asamoah fichó en 1999 por el Schalke 04 y Bernd Brexendorf, médico del equipo, se reunió con el jugador para tomar una decisión sobre su futuro. "Tratamos de averiguar si los riesgos de que siguiera jugando se podían asumir o no. Vimos que sí. Si hubiéramos apreciado que la malformación era tan peligrosa como para no permitirle hacer deporte no habríamos tardado ni un segundo en quitarle la licencia federativa", explica Brexendorf. Julián Villacastín, jefe de la Unidad de Arritmias del Instituto Cardiovascular del hospital clínico San Carlos, asegura que no hay nada extraño en esa decisión. "Cuando se detecta ese tipo de anomalía se evalúan también los riesgos y hay casos en los que son mínimos", explica. Eso sí, Asamoah toma medicamentos -betabloqueantes, que mitigan el efecto estimulante de la adrenalina en el corazón- y tiene que pasar un reconocimiento médico cada mes y medio. Además, juega con un desfibrilador al lado.
Clive Clarke, futbolista del Leicester, de la Segunda inglesa, le debe la vida a uno de estos aparatos. Se desmayó en el vestuario durante el descanso del partido de Copa de la Liga contra el Nottingham Forest, el pasado martes. Los médicos utilizaron un desfibrilador para reanimarle. El jugador permanece estable. En 1995 la Federación inglesa y la Asociación de Futbolistas Profesionales acordaron un programa para dar a sus asociados la posibilidad de someterse a exámenes cardiológicos cuando cumplen 16 años, justo en el paso al profesionalismo. Este acuerdo no incluía a los futbolistas extranjeros y dejaba fuera la detección de las enfermedades que se manifestaran después de esa edad, que se confiaba a la pericia de los servicios médicos de cada equipo. Sólo a partir de esta temporada las reglas de la Premier incluyen la obligatoriedad las revisiones cardiológicas. Desde la Premier, y en la propia federación, se asegura que los controles cardiacos se efectúan de forma rutinaria. Pero en los últimos días se han levantado distintas voces solicitando exámenes más exhaustivos, cuya periodicidad y eficacia se controle por ley, y no sólo en la categoría de élite del fútbol inglés, sino en todas.
A falta de una normativa europea común, Jiri Dvorak, jefe de los servicios médicos de la FIFA, invitó hace un par de días a seguir el ejemplo de Italia. "Hay mil muertes súbitas al año en el deporte. Si alguien quiere ser profesional o incluso practicar deporte de alto nivel tiene que tomar las precauciones adecuadas. Sólo Italia realiza controles de forma rutinaria y se han evitado muchas muertes".
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