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Reportaje:

La obligación se llama Pekín

La selección española de gimnasia encara el Mundial con el único objetivo de clasificarse para los Juegos Olímpicos del próximo año

Amaya Iríbar

"Tenemos la obligación de clasificarnos para Pekín". Lo podía haber dicho Álvaro Montesinos, seleccionador español de gimnasia masculina, pero son palabras de Gervasio Deferr. Y suenan muy raras en su boca. Porque el bicampeón olímpico, con fama de rebelde y de ir a la suya, de genio independiente, parece convertirse con ellas en el líder que nunca ha querido ser. Y resumen a la perfección el sentir del equipo, también del femenino, que hoy y hasta el martes se juegan en Stuttgart la posibilidad de ir a los Juegos Olímpicos. Las medallas en estos Mundiales, que se dilucidarán a partir del miércoles, son lo de menos. Si no logran ser olímpicos, será un gran fracaso para la gimnasia española.

Los Juegos son el sueño de cualquier deportista. En el caso de los gimnastas, ese sueño no depende de uno mismo, sino de todo un equipo, seis atletas, y, sobre todo, de la opinión subjetiva de unos jueces. En Pekín sólo estarán los 12 primeros equipos (en Stuttgart hay 24 y más de 500 gimnastas). Y aunque los españoles se han preparado a conciencia -dos meses concentrados en Madrid-, siguen llenos de dudas.

El equipo ha tenido mala suerte este año. Sobre todo el masculino. "Hemos trabajado muy fuerte, casi al límite", reconoce Montesinos. Tanto que los cuerpos de los gimnastas, casi todos operados, están a un paso de reventar. Gervi se duele de las muñecas; Ivan San Miguel, de la rodilla, porque no se operará el menisco hasta que pasen los Mundiales; Isaac Botella y Manuel Carballo, de los hombros.

Las chicas no andan mejor. Lénika de Simone ha tenido que superar la muerte de su padre en un accidente y una pequeña lesión en un pie. Laura Campos, una rotura de fibras en el gemelo. Y no estará Thais Escolar, la gran promesa, que ha decidido abandonar antes de explotar en la élite, harta de tanta gimnasia.

Los chicos acabaron novenos en los Mundiales del año pasado, pero en un puño. Entre ese puesto y el decimotercero, que se quedaría sin plaza olímpica, hubo menos de medio punto (la puntuación de un equipo supera los 350). O lo que es lo mismo: un mal paso en una salida, una duda en un ejercicio y se habrían quedado fuera. Esa igualdad se multiplica según se acercan los Juegos y todas las potencias, con China a la cabeza, intensifican la preparación. Y es que nadie piensa en medallas, aunque con la boca pequeña reconocen que Deferr tiene opciones de ser finalista en suelo; Martínez, en la general; Carballo, en paralelas (fue campeón de Europa en 2005) y quién sabe si el joven Sergio Muñoz, en salto (fue campeón de Europa júnior el año pasado). Para las chicas, mezcla de experiencia (Lénika, Patricia Moreno y Laura Campos ya estuvieron en Atenas) y bisoñez total, las mayores aspiraciones son por equipos y la barra de Lénika de Simone, si tiene un buen día.

De esto no hablarán hasta el martes, cuando las fichas de Pekín ya estén entregadas. Hasta entonces, nadie, y menos aún Deferr, para quien serían sus terceros Juegos, tiene en mente no lograr la clasificación. Los chicos ya estuvieron en Sydney y Atenas. Para las chicas no clasificarse sería un batacazo mayor. Han estado con equipo completo en los Juegos desde Los Ángeles 1984.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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