Rebelión en el aeropuerto
Los 216 pasajeros de un avión averiado realizan una sentada para protestar por el retraso
Permanecer encerrados en un avión durante casi dos horas y a 40 grados de temperatura fue una parte de la pesadilla que vivieron los 216 pasajeros de un vuelo chárter que el pasado lunes debía partir de Barcelona en dirección a Estambul. El avión, de la compañía Atlasjet, presentó problemas técnicos en el momento de iniciar su marcha. Quedó aparcado en una plataforma del aeropuerto y los ocupantes fueron obligados a mantenerse en sus asientos.
El aire acondicionado no funcionaba y, exasperados por el calor, los pasajeros obligaron a una azafata a abrir la puerta. Horas después, tras embarcar por segunda vez sin éxito, realizaron una sentada alrededor de la aeronave para exigir una solución. Ayer, a las 17.30 horas (22 horas más tarde de lo previsto), el mismo avión partió hacia la capital turca. Unas 50 personas consideraron que su seguridad no estaba garantizada y se quedaron en tierra. AENA informó ayer del incidente al Ministerio de Fomento.
El vuelo KKK-538 debía despegar a las 19.15 horas del lunes. Fuentes de Interfly, representante de Atlasjet en Barcelona, afirmaron ayer de que el problema se localizó en un aparato necesario para poner en marcha los motores del avión. El periplo de los pasajeros empezó antes, ya que la facturación se retrasó una hora. Apenas 15 minutos después de acomodarse en la aeronave, notaron que el aire acondicionado dejó de funcionar. Esperaron. El avión no se movía y el personal de la compañía empezó a dar explicaciones que, según algunos afectados, diferían mucho entre sí. "Mareaban la perdiz", resumió una mujer. Muchos no entendían las indicaciones de las azafatas porque "hablaban sólo en inglés, y con un acento difícil de entender", explicó Encarna Peralta.
El aire en el avión se tornó asfixiante. En dos horas, la paciencia de los pasajeros se acabó. Muchos se levantaron y reclamaron sin éxito al personal del avión que abriera las puertas. "Hacía un calor horrible, inaguantable, y no nos dieron ni agua", relató Peralta. Ante el creciente malestar -algunas personas empezaban a ahogarse-, un hombre obligó a una azafata a abrir una puerta. No se podía bajar a la pista porque no había escaleras. Muchos optaron por sacar la cabeza para respirar. Las escaleras se acoplaron al avión y, al salir, un pasajero se desmayó.
Interviene la Guardia Civil
A pie de pista acudieron una ambulancia y la Guardia Civil, que rodeó a los pasajeros para evitar que circularan más allá del avión. Las 216 personas se mantuvieron durante una hora al lado de éste, a la espera de que una jardinera les llevara de nuevo a la terminal. "Nos quedamos en la pista porque no podíamos hacer nada más", comentó Sergio Martínez.
Un responsable de AENA acudió para hacer de intérprete. A las pocas horas regresaron todos a la terminal. Por poco tiempo, porque la compañía les hizo embarcar de nuevo. Pero los motores del avión tampoco arrancaron. Cuando volvieron a descender del aparato, los pasajeros se negaron a moverse. Se sentaron alrededor de la aeronave y reclamaron con gritos y palmas otro avión. De nada sirvió.
La compañía trasladó al pasaje a hoteles del área metropolitana de Barcelona pasadas las 2.00 horas, bajo la promesa de que al día siguiente (ayer) podrían volver. Pero muchos pasajeros renunciaron a su semana de vacaciones: "Nos han hecho coger miedo. Si los motores del avión no han funcionado en dos ocasiones, ¿quién nos garantiza que todo irá bien en pleno vuelo?", dijeron Anna Blanch y Jordi Rubiales. Carlos Merín y su familia también se quedaron en tierra, aun después de que la agencia de viajes les comunicara que si el avión salía no les devolverían el dinero. La mayoría decidió seguir con sus planes: "Si el avión despega es porque está bien, no se juega con la seguridad. Pero nos han hecho perder buena parte del viaje", se lamentó Anna Morgades.
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